Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
Sevilla/Cuentan que un pionero del cáterin, palabra horrorosa donde las haya pero que hemos terminado tragándonos como las aceitunas fritas, era muy claro a la hora de dar las indicaciones a los empleados. Cuando los jóvenes camareros planteaban al jefe la necesidad de comenzar a sacar el jamón y olvidar las puntas de anchoa sobre medio tomatito cherry recibían la siguiente respuesta: “Nada, nada. Dadle salida al queso, otra vuelta más, dadle salida al queso”. Recordaba las directrices de aquel maestro, siempre enchaquetado y señorial, al comprobar el afán que tienen tantos metres por ofrecerte el pargo en esta cuesta de febrero que ahora empieza, que es la cuesta dura de verdad, que enero se lleva la fama y febrero... se come el pargo. O lo que es peor, el parguito, que ya se sabe que el diminutivo es el heraldo de lo peor. Desconfíen de la gente que solo bebe coca-cola doble zero y de quienes les inviten a un flamenquito, una cenita o una tarde de playita o piscinita. Eso es terrible.
Naturalmente debe estar usted preparado para que le ofrezcan el pargo para dos “que pueden comer tres”. Mentira, un falacia, un engaño. La clave es que le atiborrarán a entradas insulsas y después recibirá una pequeña diócesis del pobre pargo con alguna guarnición de verdura en la que siempre destaca una coliflor diminuta que, oh casualidad, siempre cae del revés al ser emplatada. El pargo es al duro febrero lo que el fletán a aquellos años de Telesur donde nos informaban de la crisis del 92, cuando nos enteramos que las raciones de mero, rosada y otros pescados eran directamente... fletán. Pues ahora hay que darle salida al pargo como al queso en aquellas recepciones. El pargo es hoy como aquella corvina que le ofrecieron en verano a un reconocido artista, con el correspondiente diminutivo de la “corvinita”, y el buen hombre respondió: “La corvina que lleva colgada en la vitrina desde el Martes Santo y me ha tosido cuando he ido al servicio” . Y era cierto. Cuidado con las sugerencias del día porque no es que sean de antes de ayer, es que pueden ser del tiempo litúrgico anterior, que no es precisamente lo mismo. No es tiempo de pargo, porque le están... dando salida. Y eso es peligrosísimo.
No hay que emborracharse en la primera taberna ni meter la mano en todas las bandejas de queso que salen al inicio del canapé. El pargo tiene mucho peligro en este tiempo de inflación, en este febrero que en breve nos permitirá otear la primavera. Tengan cuidado ahí fuera... con el pargo. Tiene más peligro que el indicativo S/M en la carta de precios. “Según mercado”. En tiempos de dudas, tabernero de cabecera. Como el médico.
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