Cuestión de desconfianza

Habrá presupuesto de Sevilla con el sello del PP, que el domingo contó con el aval de volver a ganar en la urnas

13 de junio 2024 - 01:00

Con los resultados del domingo pasado en la mano, se podría decir que José Luis Sanz obtuvo la confianza de los sevillanos. La victoria del PP en Sevilla capital fue clara e inequívoca. Es verdad que no se votaba para el Ayuntamiento y que no se debe extrapolar. Pero se ha enviado un mensajito en las urnas. Los del PSOE podrían haber sido más pragmáticos. Y los de Vox no obsesionarse con los cargos municipales que ambicionan. En fin, ya se han equivocado. Y ahora, una vez que el alcalde Sanz planteó la cuestión de confianza, habrá presupuesto de Sevilla con el sello del PP, que contó con el aval de volver a ganar.

En la política actual, a veces las palabras significan lo contrario de lo que parecen. El alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, ha presentado una cuestión de confianza con el objetivo finalista de aprobar unos presupuestos propios que le permitan gobernar con más soltura. Pero, en realidad, lo que ha presentado es una cuestión de desconfianza. Se somete a ese proceso (contemplado en la ley orgánica que regula la actividad municipal) precisamente porque la oposición del PSOE y Vox no ha tenido confianza en su gestión, y no apoya su presupuesto. De modo que tiene que conseguirlo de otra manera. Pues a veces en las leyes orgánicas también se escribe derecho con renglones torcidos, y para alcanzar algo que es de sentido común, hay que dar vueltas y revueltas burocráticas.

El procedimiento ya se ha explicado. No es novedoso. Es lo mismo que hizo el socialista Jaume Collboni en Barcelona, felizmente para él. Visto lo que se ha votado el domingo, al PSOE, a Vox, al edil de Unidas y a la de Podemos les hubiera interesado más pactar y colarle algunas enmiendas al PP. Es mejor que te aprueben una enmienda a ninguna, pero para eso hay que pactarla. Como intentó el alcalde Sanz, por cierto. Pero los partidos de hoy en día no pactan si no los autorizan sus jefes.

Antes se decía que en los ayuntamientos están las personas por encima de los partidos. Y lo más lamentable es que, en gran parte, sucede así. Los concejales de Sevilla, en general, son educados, se puede hablar con ellos, no se tiran de los pelos, no se arañan los de izquierda con los de derecha, se dan la paz en las misas y funciones a las que acuden, se saludan e incluso se besan o abrazan cuando se encuentran, siendo de ideas diferentes. El problema no es de personas, sino el partidismo.

Los partidos son esenciales para la democracia, pero no deben pervertir lo principal: estar al servicio de los ciudadanos. Ese mensaje también se dio el domingo, con la abstención y con el voto de castigo.

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