Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Dos de enero, 11:00. Llego a la Plaza del Carmen para asistir a la conmemoración de la entrada en Granada de los Reyes Católicos. Los ultras de uno y otro lado ya caldean el ambiente con sus cánticos tradicionales. "Los genocidios no se celebran", cantan los independentistas andaluces (que, al parecer, existen); "España cristiana, no musulmana", contraataca el facherío. Los nietos de Blas Piñar se han situado frente a lo que fue el Club Taurino -lo encuentro muy apropiado, teniendo en cuenta su tendencia a utilizar la cabeza para embestir-; la izquierda radical ha colocado sus pancartas a las puertas de la ONCE -atinado también, porque más de uno va ya ciego como un perro; como un perroflauta, concretamente-. 11:30. Poco a poco la plaza se ha ido llenando de gente. Incluso de gente normal. La comitiva municipal sale a la calle desde el interior del edificio consistorial. Suena el himno de Andalucía, que pitan los falangistas. El de España lo silban los batasunis. El cortejo se dirige a la Capilla Real. Decido entretener la espera tomando un chocolate con churros. 12:30. La plaza está a rebosar. Es decir, 3.000 personas. Toda Granada, según los partidarios. Una minoría nostálgica para los detractores. Un tipo con pinta de bajista de Gabinete Caligari me entrega un folleto: "Una nueva Reconquista para defender nuestra identidad". La Alhambra no es España, claro: es un caballo de Troya introducido por Soros para quebrar el alma de Occidente. 13:30. La comitiva entra de nuevo en la Plaza del Ayuntamiento (desde la pequeña reforma del ceremonial llevada a cabo hace unos años, encabeza el cortejo un morisco, que es como Inda en las tertulias de La Sexta: un tío que cobra para que se caguen en su puta madre). Entonces estalla lo que el cura de la Peza definió de manera precisa como "el follaero de María Santísima": gritos, abucheos, petardos, banderas con el pollo, "vosotros fascistas, sois los terroristas", un tío de Móstoles -menuda empanada-, replicando que "el fascismo es alegría", "¡Granadaaa…!", "qué", "¡Granadaaa…!", "qué", "¡Granadaaa…!", "qué"… Y finalmente, la plaza vacía y el silencio. Almudena Grandes y su hija, cada una por su lado. 14:15. Agotado, me dirijo a un bar cercano. El camarero, que es argentino, me saluda: "Buenas, ¿qué tal? "Nada, que vengo de la Toma". "¿Qué toma?" "Una cerveza, por favor". "¿Águila o Alhambra?" Me quedo pensativo unos segundos: "Ya he tenido bastante por hoy: mejor me pone un rioja".
También te puede interesar