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Tomás García

El Cristo de los Ajusticiados de Sevilla

Desde 1563, la macabra comitiva se detenía para rezar y obtener un último consuelo ante el Nazareno de las Gradas, que por ello es conocido como Cristo de los Ajusticiados o de los Ahorcados.

18 de marzo 2023 - 01:45

En la fachada norte de la Catedral y sobre la puerta de acceso a la Institución Colombina -donde existía un altar dedicado a Nuestra Señora de la Antigua- vemos un retablo en tribuna alta con una imagen de Jesús Camino del Calvario sosteniendo la cruz por el palo y acompañado por las Marías, el discípulo amado y un sayón. La pintura que contemplamos con suma dificultad detrás de un cristal reflectante es un óleo sobre lienzo trazado por el artista dieciochesco Juan de Espinal y restaurado en varias ocasiones. Es una copia fidedigna del mural primitivo que pintara in situ en 1563 Luis de Vargas y fuera encargado por la Hermandad Sacramental del Sagrario, situada a levante hasta comienzos del siglo diecisiete. Este excelente pintor sevillano nos legaría grandes obras como el conjunto iconográfico que recubría el exterior de los muros de la Giralda, las pinturas del Altar del Nacimiento de la Catedral o la excelsa Piedad de la Iglesia de Santa María la Blanca.

Los reos comunes que iban a ser ejecutados por ahorcamiento o azotados como escarnio social eran llevados desde antiguo por las llamadas "calles acostumbradas" hasta la Plaza de San Francisco. Así, siguiendo un recorrido semejante al del Corpus, eran conducidos en acto público desde la Cárcel Real por Sierpes, Cerrajería, Cuna, El Salvador, Culebras (Villegas), Francos, Placentines, Gradas (Alemanes), Génova (Constitución) y San Francisco, donde se montaba el cadalso. Desde 1563, la macabra comitiva se detenía para rezar y obtener un último consuelo ante el Nazareno de las Gradas, que por ello es conocido como Cristo de los Ajusticiados o de los Ahorcados. La muerte suponía una liberación para los presos, dada la mísera vida rodeada de peligros e inmundicias que les acompañaban en la insalubre Cárcel Real de origen medieval, sin agua suficiente y con un patio donde se acumulaban los excrementos humanos a la espera de ser evacuados de ese infierno de maldad. Tal era así que, cuando huían en su interior de los brutales ataques de los guardias carcelarios, los presidiarios se colocaban con frecuencia en el centro de dicho espacio rodeados de un lodazal de porquería que no solían traspasar los "agentes del orden". Los continuos gritos de desesperación que salían del extremo sur de Sierpes llegaban a las casas nobles del casco viejo y a la cercana Catedral, impasibles ante tanto horror.

El Cristo de los Ajusticiados de Luis de Vargas se basaría en modelos italianos y en el maravilloso relieve de Jorge Fernández Alemán del retablo mayor catedralicio, primera representación hispalense de Jesús con la cruz a cuestas. Según el recordado historiador Jorge Bernales, podría haber servido de prototipo para el Cristo de la Corona y señeras tallas de nuestra Semana Santa como Pasión, el Gran Poder, el Cristo de la Salud de San Nicolás o el Silencio de San Antonio Abad, portando todos en sus primeros años la cruz en vertical como bandera redentora enarbolada a los cielos de Sevilla...

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