Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Ya ocurrió el pasado 14 de febrero, cuando coincidieron en el calendario el día de san Valentín con el Miércoles de Ceniza, punto de partida de la cuaresma. Tres meses y medio después, vuelve a producirse una coincidencia similar, esta vez con dos de las festividades más arraigadas en el imaginario de la ciudad de Sevilla. Mañana, uno de esos tres jueves del año que relucen más que el sol, es Corpus Christi (en Sevilla, Toledo y Granada) y también se conmemora el día de san Fernando, que siendo Fernando III murió el 30 de mayo de 1252, cuatro años después de tomar la ciudad para el credo cristiano medio milenio y casi medio siglo después del 711.
San Fernando es uno de los personajes fundamentales en la procesión del Corpus. El Ayuntamiento de Sevilla se llama Casa Grande porque ése era el nombre del principal convento franciscano de la ciudad. El solar de la corporación municipal es el que separa las dos portadas del Corpus en la plaza de san Francisco, donde se suelen ubicar los palcos de la Semana Santa, de la estatua ecuestre enla Plaza Nueva del hijo de Alfonso IX y de doña Berenguela. Las dos representaciones, una de arte efímero, otra fija en el patrimonio artístico, que coinciden en la jornada de hoy. Habría que situarse bajo la placa que reconoce la autoría de José Galnares Sagastizábal como arquitecto del edificio del BBVA, para estar equidistante de las portadas del Corpus y el rey y su caballo, obra de Joaquín Bilbao, escoltados por el cuarteto que forman su hijo Alfonso X el Sabio, el obispo don Remondo, el almirante Ramón Bonifaz y el soldado Garci Pérez de Vargas.
Los caprichos del calendario han querido que el Corpus salve al rey san Fernando para que su día sea festivo, ya que fue apeado del caballo de las fiestas de guardar y sustituido por el Miércoles de Feria. Este jueves 30 de mayo está cargado de acontecimientos. Varios trenes han partido de Sevilla para ver hoy y mañana en el estadio Santiago Bernabéu a Taylor Swift.
“En la primavera de 1940, Sevilla había olvidado la guerra, pero vivía amargamente sus consecuencias”. Así empieza Alfonso Guerra el primer capítulo de sus Memorias, Cuando el tiempo nos alcanza, para evocar su nacimiento el 30 de mayo de 1940 en el número 8 de la calle Rastro del barrio de san Bernardo, undécimo hijo de Julio Guerra y Ana González. Le pusieron el nombre del hijo del rey santo, el autor de las Cantigas. Mañana cumple 84 años.
Además del Corpus y de san Fernando, la Iglesia celebra mañana el día de la Caridad. Muy oportuno después de saberse que España ocupa el segundo lugar en Europa en índices de pobreza infantil, sólo superada por Rumanía. Guerra fue diputado del Congreso durante 37 años, una Cámara que hoy aprobará la ley de amnistía que tendrá que firmar el mismo rey que puso pie en pared con su intervención televisada del 3 de octubre de 2017.
El primer 30 de mayo de mi vida, año 1957, el Madrid le ganó a la Fiorentina su segunda Copa de Europa, goles de Alfredo Di Stéfano y Paco Gento. En la biografía de este último escrita por su sobrino José Luis Llorente, medalla de plata en Los Ángeles 84 de baloncesto, cuenta que en la primera final de Copa de Europa que perdió el Madrid, 1962 frente al Benfica, el portugués Eusebio antes que ir a recoger la Copa fue a pedirle una camiseta a Di Stéfano, que había marcado en las cinco finales consecutivas que ganó el Madrid.
La trayectoria del Madrid es un palimpsesto del libro de Antonio Cascales Puentes de Europa, con prólogo de Alfonso Guerra. Autor y prologuista son de mayo de 1940. La primera final la jugó en París contra el Stade Reims. La ciudad en la que Catalina de Médicis, madre de tres reyes y de tres reinas, ordenó construir el Puente Nuevo. La segunda se la gana al equipo de Florencia, cuyo puente Vecchio atraviesa Lorenzo de Médicis en una ciudad a la que regresa Brunelleschi después de haber perdido el concurso para construir el babtisterio de la catedral.
Y la final del sábado 1 de junio, a ocho días de las elecciones europeas (el libro de Cascales es un manual magnífico para conocer la esencia del continente) se disputa en el estadio de Wembley de Londres, la ciudad del tercer puente del libro, el que ordena construir Enrique VIII para expiar sus culpas por haber ordenado la ejecución de Thomas Becket. El editor del libro lo ha invitado a publicar una segunda parte en la que incluya el puente de Barcas, el que precisamente rompió el almirante Bonifaz para facilitar el trabajo de Fernando III, el rey al que hicieron santo y le quitaron la cualidad de festivo.
En las páginas de este periódico, Paco Acosta, uno de los tres sindicalistas sevillanos del Proceso 1001, cuyo inicio coincidió con el atentado contra Carrero Blanco, recuerda a Adolfo Cuéllar Contreras. Mañana, 30 de mayo, se cumplen 25 años de su muerte. Hijo de un buen amigo de Queipo de Llano, demostró que la genética no es una ciencia exacta. En su despacho de la calle Harinas se constituyó la primera Asamblea Regional de Comisiones Obreras de Andalucía. Hombre cofrade, hermano mayor de la Carretería entre 1962 y 1968, abrió su despacho a las reuniones del Comité Provincial del Partido Comunista de España, que sería legalizado el Sábado Santo de 1977. Paco Acosta recuerda que Cuéllar y Alfonso de Cossío se encargaron de las defensas de Fernando Soto y de Eduardo Saborido, que con él completaban los tres mosqueteros de una orden sindical cuyos jefes eran Marcelino Camacho y Nicolás Sartorius, émulos de D’Artagnan. No había ningún cardenal Richelieu, pero sí un cura, Francisco García Salve.
Café con tostada en El Portón de la calle General Polavieja. Puede ser la mejor manera de disfrutar mañana de esta doble festividad del Corpus Christi, con cartel de Juan Valdés, y de san Fernando, festivo por un día. Desde su caballo ha visto que hay obras en Becerra y que la sastrería O’Kean se ha mudado a la calle O’Donnell. El hotel Inglaterra sigue en el mismo sitio, frente por frente de la Casa Grande. El Ayuntamiento, que todavía no se llamaba así, decidió buscar un nuevo emplazamiento tras la llegada a Sevilla en 1526 de Carlos V para casarse en el Alcázar con su prima Isabel de Portugal. Cuatro años después de que regresaran los supervivientes de la Primera Vuelta al Mundo… y al Tratado de Tordesillas.
Llega mayo a su fin. Termina el Giro de Italia, nunca se fue Nadal tan pronto de Roland Garros y es verano de Eurocopa y Juegos Olímpicos. Como todos los años bisiestos. El año que murió Fernando III también lo fue. El séptimo centenario de su muerte coincidió con los Juegos Olímpicos de Helsinki, el único de los países nórdicos sin monarquía.
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