La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Acuden hoy las hermandades de Sevilla a una de las citas más importantes de los últimos años. Los 124 hermanos mayores de las cofradías sacramentales, de gloria y de penitencia eligen nuevo presidente y junta superior del Consejo de Cofradías. Un equipo que debe tener como misión principal recuperar la credibilidad y el prestigio de una institución demasiado vilipendiada y abonada a los escándalos en los últimos tiempos.
Antonio Piñero y Francisco Vélez se presentan con la promesa de modernizar y revitalizar a la institución que engloba a todas las hermandades. Los dos cuentan con una amplia experiencia en un mundo en el que es tan importante (o más) la habilidad para saber situarse en el lugar adecuado y en el momento justo, como la capacidad, el mérito o el talento. Piñero mostró su sobrada valía en la Hermandad de los Estudiantes, donde ocupó el cargo de hermano mayor durante dos mandatos. La trayectoria de Vélez se ha desarrollado en su mayor parte en San Gregorio, donde se ganó ser el enlace de la institución con el Ayuntamiento para las tareas de coordinación y seguridad. Actualmente es el responsable de las cuentas y la carrera oficial.
La galopante crisis de valores que padece la sociedad afecta igualmente de manera decisiva a las hermandades de Sevilla. En un mundo cada vez más descreído, son muchos los ciudadanos que están cansados de la sobreabundancia de actos cofradieros de todo tipo. Un hartazgo que también afecta, y mucho, al cofrade de siempre, que se encuentra cada vez más alejado de las hermandades.
La primera tarea del ganador tiene que ser la de restañar la imagen de las cofradías. En el mundo actual no basta con ser bueno, también hay que parecerlo. El Consejo, de la mano del Arzobispado, debe abanderar la tan necesaria formación para los cofrades jóvenes (y mayores), muchas veces más preocupados por la banda que llevará su Cristo que por el prójimo.
En la necesidad de ser ejemplares, es un imperativo que el Consejo de Cofradías presente públicamente sus cuentas. Así lo hace desde muchos años el Arzobispado. Son suficientemente conocidas las importantísimas obras asistenciales que realizan las hermandades, llegando donde no lo hace la administración, pero los ciudadanos deben saber cómo se gestionan unos ingresos que proceden, prácticamente en su totalidad, de la explotación de la carrera oficial gracias a la cesión del suelo que hace el Ayuntamiento. El Consejo también debe adaptarse de una vez por todas al siglo XXI. Es vital que renueve sus arcaicas estructuras y su modo de funcionar. Sin temores. No es de recibo que la gestión y el montaje de la carrera oficial estén en la mente de una sola persona, o que la comunicación funcione tan mal.
Estas cuestiones sí son verdaderamente importantes. Más que los grandilocuentes planes para reformar una carrera oficial que aunque no sea perfecta cumple con las expectativas.
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