Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
GUSTARÁ ahora recordarlo o no –sobre todo a algunos demócratacristianos y hermanos mayores trepas– pero la verdadera fuerza movilizadora e ideológica del franquismo fue el catolicismo. El falangismo y el carlismo apenas aportaron algunas ideas mal aplicadas y símbolos (el sindicalismo vertical, la nacionalización de las masas, la retórica de campamento...), pero la auténtica ideología de la dictadura fue un nacional-catolicismo que, entre otras muchas cosas, fomentó un renacimiento espectacular de las hermandades y cofradías que procesionan en Semana Santa.
Como cualquier proceso histórico, lo dicho tiene su lógica. Ya incluso antes de la Revolución de 1868, la izquierda española (aún se consideraba así) había señalado a la Iglesia Católica como uno de los grandes enemigos del progreso. Esto no era solo una mera proclama teórica, sino que tenía efectos dramáticos y sangrientos cuya culminación fueron los años de la II República y la Guerra Civil, con la quema de centenares de templos y el asesinato de miles de religiosos o simples creyentes por parte de los héroes del pueblo. Aparte está la destrucción de un valiosísimo patriomonio histórico-artístico.
De este fermento nacional-católico, como decíamos, nacieron muchas hermandades. No sólo de excombatientes y mutilados, sino de grupos civiles imbuidos del pietismo de la época. Es comprensible, por tanto, que queden algunas señales de aquellos años y de aquel bando. Desde luego lo que no iban a llevar es la hoz y el martillo o el monograma anarquista con el que martirizaron a tantos de los suyos. ¿Sería deseable que estas huellas fuesen desapareciendo en pos de una idea cristiana de la reconciliación ? Creo que sí, pero nunca por la imposición de una ley, la mal llamada de memoria democrática, como hemos visto estos días en Málaga con la petición de sanción a la hermandad del Mutilado por conservar algunos símbolos de la época de Franco.
De consumarse la sanción por parte de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática (nombre de siniestras resonancias orwelianas) habremos dado un paso más hacia el borrado de nuestra historia para sustituirla por un relato tan falso como interesado. Y a todo esto, ¿dónde está el PP? Mirando las vacas pastar, como siempre en estos asuntos.
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