Pilar Cernuda

Cobardes

Crónica Personal

30 de agosto 2016 - 01:00

ERA impensable que Pedro Sánchez cambiara de actitud tras su encuentro con Rajoy y decidiera in extremis optar por la abstención de un puñado de diputados socialistas y permitir la formación de Gobierno, porque este secretario general socialista hace tiempo que se echó al monte y ha dado ejemplo de falta absoluta de responsabilidad. Sólo piensa en sí mismo. Ni siquiera en su partido, al que ha destrozado por dentro y por fuera.

Por dentro, porque las rivalidades en boca de todos; por fuera, porque la imagen externa del partido es deplorable. No hay manera de encontrar las referencias del partido que un día fue, con sentido de Estado y defensa de España. Con numerosos ejemplos de corrupción, eso sí, por eso aquellos que tienen ya cierta edad se hacen cruces cuando ven que Sánchez utiliza como principal argumento contra Rajoy la corrupción del PP. Ni Filesa, ni los GAL, ni Roldán, ni los cursos de formación o los ERE han impedido que, en momento de minoría, Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero encontraran socios para lograr la investidura, entre otras razones porque esos socios dejaron que fueran los jueces quienes pronunciaran la última palabra.

Sánchez se ha empeñado en una batalla que va a perder porque no cuenta con el necesario respaldo de los votos para ganarla, pero mientras pelea se lleva mucho por delante. A su propia persona, al PSOE y, lo que es más grave, a una España que no puede mantenerse mucho más tiempo sin Gobierno, porque Europa aprieta, las comunidades autonómicas necesitan medios para hacer frente a sus compromisos sociales y el gobierno central no puede darlos mientras no se apruebe el techo de gasto, y los inversores empiezan a hacer las maletas.

Lo más decepcionante de esta situación inaudita es que cualquiera que tenga oportunidad de hablar con dirigentes del PSOE de larga trayectoria y que aún ocupan altos cargos, escuchan reflexiones serias sobre la indignación que les produce la actitud de Sánchez, alertan sobre sus nefastas consecuencias e incluso apuntan que hay que promover como sea un comité federal antes del viernes. Vara ha declarado en público que si Rajoy iba a la investidura con 170 votos " a ver quién es el guapo" que le niega la posibilidad de gobernar, pero esa frase se la está tragando sin mover ni un músculo que demuestre su incomodidad. Y eso es nada comparado con otras afirmaciones descalificatorias de diferentes socialistas hacia su secretario general. Pero a la hora de la verdad callan como muertos. Cobardemente como muertos. Si tuviera lo que debería tener un buen político, Sánchez permitiría la formación de Gobierno y a continuación sería el más duro de los líderes de la oposición. Pero solo piensa en sí mismo y en ver si en unas terceras elecciones consigue arañar algún escaño a un Podemos que pierde fuelle. Ante esa actitud egoísta, los suyos no mueven un dedo. Mucha palabrería, pero ni un gesto de valentía.

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