¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Maneras de vivir la Navidad
Cuando Radio Renascença, emisora de la Iglesia Católica, emitió Grândola Vila Morena, la canción prohibida de Zeca Afonso, el Movimiento de las Fuerzas Armadas se puso en marcha y el salazarismo sin Salazar, que se derrumbaba a causa de las guerras coloniales y el agotamiento de medio siglo de dictadura, cayó estrepitosamente en Portugal. Esa noche, el conductor del blindado que encabezaba la columna encargada de tomar el centro neurálgico de la dictadura y que dirigía el capitán Salguiero Maia, se detuvo ante un semáforo en rojo. Poco después, el portero de Rádio Clube Português conminó a los militares que querían hacerse con la emisora para anunciar el levantamiento a que volvieran más tarde porque “no eran horas para hacer la revolución” y no habría nadie hasta las siete. Tras insistirle, cedió. Pero el comunicado no se transmitió hasta pasada esa hora. Amanecía en Rossío y uno de los sublevados pidió un cigarrillo a Celeste Martins que volvía a casa. Sólo llevaba un ramo de claveles; le dio uno al soldado que lo puso en el cañón de su fusil, al igual que sus compañeros, y fue aquel gesto el que dio nombre a la Revolución de los Claveles.
El 25 de Abril fue una revolución sin disturbios, con sólo unos cuantos disparos y ayuna de violencia. Aquella noche demostró que, como escribió Pessoa, los portugueses son tiernos y poco intensos. La idea del golpe se fraguó mientras Saraiva de Carvalho y Vasco Lourenço cambiaban la rueda pinchada del coche en el que volvían de una reunión ilegal de oficiales descontentos. Como contó Lourenço años después, le dijo a su compañero que no iban solucionar nada con manifiestos, que debían dar un golpe de Estado y convocar elecciones. Saraiva contestó: “¿Pero tú también piensas así?”.
Los claveles de abril se convirtieron en un símbolo eterno de libertad. El salazarismo agonizaba, malvivía aislado del mundo, en un país que no entendía y separado de un pueblo que ansiaba democracia y libertad. Los rescoldos de la dictadura se apagaron en días. Como dijo el capitán Salgueiro Maia a sus hombres esa noche en Santarem: “Señores míos, como todos saben, hay diversas modalidades de Estado. Los estados socialistas, los capitalistas y el estado al que hemos llegado. Así, en esta noche solemne, vamos a acabar con el estado al que hemos llegado”. Acabaron con él e iniciaron el camino de la democracia que medio siglo después, celebramos gozosos: 25 de Abril, sempre!
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