¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Cine sólo se ve en el cine". Lo afirma Álvaro Postigo, director general del MK2 Cinesur Nervión Plaza, entrevistado por el compañero Francisco Camero con motivo de la reapertura de estas salas. Es una verdad absoluta que comparten cuantos aman el cine, todo el cine, sin adjetivos. El en su día popular crítico Alfonso Sánchez, harto del debate entre cine de autor y comercial, solía decir que sólo hay dos clases de películas: las buenas y las malas. Costó años asimilar esta verdad cuyos primeros defensores, paradójicamente, fueron los jóvenes críticos franceses que definieron la politique des auteurs y defendieron a los "comerciales" Wyler, Hitchcock, Hawks o Ford como grandes creadores. Hoy en las listas más serias de las mejores películas de la historia elaboradas por críticos, historiadores y directores conviven Ozu, Renoir, Welles o Vertov con Donen, Hitchcock, Ford o Coppola.
Quienes aman así el cine saben que Álvaro Postigo no lo dice sólo, aunque lógicamente también, por defender su negocio. El consumo doméstico de películas es ideal para estudiarlas (díganmelo a mí, que hice mi tesis doctoral en el Centro Sperimentale di Cinematografía de Roma estudiando las películas de Fellini en moviola, bobina tras bobina), grato para entretenerse haciendo a la vez otras cosas e interrumpiendo la película cuando apetece y muy útil para recordarlas… Pero cómo se recuerda a alguien viendo su fotografía o cómo se suple su ausencia hablando por teléfono. La presencia real del cine, lo que permite la comunicación verdadera e intensa con una película, sólo se puede producir en una sala de cine. Por eso, y en la entrevista se recuerda, es tan importante que en la programación de las actuales salas se haga hueco a los clásicos. Son ya varias las generaciones que no han visto las obras fundamentales de la historia del cine en una gran pantalla. Lo que equivale a decir que en realidad no las han visto, sólo las han entrevisto miniaturizadas a una escala que hace imposible percibir su grandeza y disfrutar de su apabullante belleza, y en un ambiente que no permite la concentración.
"Ese momento en el que se apaga la luz y se enciende la pantalla -dice Álvaro Postigo- es un milagro y sólo se produce en los cines, no en el cuarto de estar de tu casa. En tu casa puedes tener entretenimiento, pero lo de la sala de cine es especial". No está defendiendo su negocio, sino el cine.
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