José / Aguilar

Cine de género, qué tontería

La esquina

23 de diciembre 2013 - 01:00

ES una de las tonterías más sublimes que he podido leer en los últimos tiempos. Una sala de cine de Estocolmo ha puesto en marcha una clasificación de las películas que proyecta. No según la violencia o el sexo que contengan, como es hábito generalizado en los países por aquello de la protección de la infancia, sino por su sexismo.

No es broma. Empezó como broma, eso sí: en 1985 una dibujante norteamericana sacó en su tira cómica un personaje que decía ver sólo películas en las que apareciesen al menos dos mujeres hablando entre sí y en que su conversación no girase en torno a un hombre. Esta chanza la han rescatado los dueños de la sala de Estocolmo hasta convertirla en su criterio de programación: no ponen filmes que no se hayan ganado el logotipo que garantiza que no son sexistas, logotipo que se otorga sólo si se supera el test de las citadas condiciones.

La idea ha cuajado con tanta velocidad que ha sorprendido a sus propios promotores, ignorantes de que en nuestro mundo no hay nada que se extienda con más facilidad que las bobadas. Cines y festivales de todas partes se han puesto en contacto con ellos y les han pedido las pegatinas del logotipo para pegarlas en las carteleras y los títulos de crédito. A partir de enero muchos cines de Suecia, Reino Unido, Estados Unidos y Francia lucirán los logotipos que anuncian a la clientela que si pasan por taquilla tendrán la seguridad de no verse ofendidos por el horroroso sexismo. Verán cintas inmaculadas desde el punto de vista de la igualdad de género.

¿Y eso para qué sirve? Pienso yo que para librar a muchos espectadores del peligro de soportar imágenes que hieran su sensibilidad sexualmente igualitaria, aunque también se les prive de interesantes películas que denuncian el machismo y el maltrato a la mujer pero tengan el defecto de que no haya una escena de dos mujeres hablando sin referirse, por ejemplo, al maltratador. Puestos a disparatar, deberían inventarse tests para marcar el cine que saque a discapacitados, negros, gitanos, indígenas y otras minorías oprimidas, y que los saque bien.

Ahora que caigo, en Casablanca -que no es mala película, según creo- no hay ninguna escena en que salgan dos mujeres sin hablar de hombres. Se la perderán las generaciones venideras que se dejen engatusar por esta corriente fanática de pensamiento políticamente correcto, y gilipollas. Que lo mismo son mayoría, por el ilimitado éxito que tienen las tonterías.

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