La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
Cerraba los ojos, oía su voz y me imaginaba a su hermana. Gloria Mohedano es cuatro año más joven que Rocío, cuyo recuerdo convocó a amigos y admiradores en la presentación del libro Canta, Rocío, canta de Marina Bernal. La frase es de Rafael Alberti. Sin salir de la Bahía, a la chipionera le podíamos hacer un Garcilaso. Si Rocío Jurado volviera, yo sería su escudero. Hoy se diría de ella que era políticamente incorrecta, porque se casó con dos iconos del prohibicionismo rampante: con un boxeador y con un torero. En su particular cuadratura del círculo, al boxeador no lo vio en un ring, sino toreando. Doctora en mares, Marina firma el libro, lo encabeza una frase del Marinero en tierra, aparece su boda con el Marino de los puños de oro -21 de mayo de 1976, el año de la Peluca en los guiños de la Transición- y en segundas nupcias con un paisano de Isaac Peral, el inventor del submarino.
El libro cuenta con 13 testimonios, tantos como los años de su ausencia. Dice Gloria que su hermana era una lectora voraz. A Rocío le regalé las novelas Los tornadizos, de Antonio Cascales, y Nubosidad Variable, de Carmen Martín Gaite. En las dos hay menciones a la cantante de Chipiona. En la presentación, detrás la mano invisible del editor del libro, Miguel Gallardo, que cumple años el mismo día que los cumplía Alberti, momentos estelares de la protagonista. Cantando una saeta a la Macarena al dictado de Rafael de León. El himno de Andalucía en la película La Lola se va a los Puertos, que dirigió Josefina Molina llevando a la pantalla la obra de los hermanos Machado. Y dándole voz a unas popularísimas sevillanas en la película de Carlos Saura. Ese documento que se ve como una postal de la Expo 92 en la que Fidel Castro le pidió personalmente a Felipe González que le presentara a Rocío Jurado.
Saetas y sevillanas en un cartel de fiestas primaverales al que se sumaría su condición de pregonera del Carnaval de Cádiz, como también lo fueron, entre las firmas del libro, Jesús Quintero, Antonio Burgos, Carlos Herrera o el propio Rafael Alberti, cuyo Nobel chirigotero coincidió con el 23-F. Terminó la presentación. Se encendieron las luces. Rocío volvía a ser Gloria. Cité a mi compañero Manuel Barea, que hace poco escribió que la que murió fue Gracia de Mónaco pues Grace Kelly es inmortal. La que murió fue Rocío Mohedano. Rocío Jurado sigue viva y se preguntará qué fue de aquella Andalucía.
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