Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
ESPAÑA vivirá la próxima semana una ola de calor extremo, un fenómeno propio del estío y cada vez más recurrente por el cambio climático. Pero que la campaña electoral recién estrenada tenga su epicentro en los platós de televisión y en los estudios de radio no tiene sólo que ver con el hecho de que el mercurio roce los 45 grados centígrados en el este, el centro y el sur de la piel de toro.
Hace muchos meses que Sánchez sabe que salir a la calle conlleva riesgos: abucheos e –intolerables– insultos. Sea un desfile militar, sea un acto institucional.
El presidente debía pensar que ese rechazo era sólo cosa de grupúsculos de derechas, eso que en la izquierda llaman fachas con gran ligereza: olvidando las connotaciones que tiene en España ese calificativo. Pero el 28-M le demostró que, tras implicarse en una campaña local y autonómica exponiéndose como si él fuese el candidato –sin importarle el daño que su presencia hacía a alcaldes y presidentes autonómicos–, las urnas se llenaron de rechazo hacia su persona. Es más, la paradoja es que el apoyo de los verdaderos candidatos seguramente maquilló la desventaja del PSOE en votos.
Por eso la campaña va a ser catódica y herciana. Porque en los programas de entretenimiento o de información no encontrará abucheos e insultos. Si acaso entrevistadores insumisos hacia su victimismo y que le enfrenten con los hechos que motivan el rechazo: pactos con independentistas y filoetarras, indultos y recortes penales para sus socios por pura conveniencia, mientras ha tolerado que se rebajasen 1.155 condenas y se excarcelen a 117 agresores sexuales.
El cénit catódico será el lunes: debate cara a cara con Alberto Núñez Feijóo. De ese combate dependerá el devenir de esta campaña en las ondas.
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