Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
Puntadas con hilo
Hay un territorio en Sevilla que tiene tres hoteles, dos de 5 estrellas, un mirador privilegiado a 180 metros de altitud, dos parques y jardines junto al río, la mejor lámina de agua de Europa para deportes para profesionales y aficionados, un pantalán hasta donde podrían llegar cruceros o embarcaciones de recreo, un parque de ocio y acuático, un centro comercial, otros culturales para exposiciones, un museo y teatros, un monasterio cartujo de leyenda, un estadio, un apeadero de tren y hasta un tablao flamenco. La oferta no puede ser más completa y variada.
A ello se añade que este territorio está a una distancia tan corta del centro de la ciudad que puede irse a pie o en cualquier transporte sostenible. Hasta en coche de caballos, ¿por qué no? De momento, porque este espacio está fuera de los circuitos de los turistas, que son quienes recurrirían a este vehículo. Y algo más: su valor paisajístico y arquitectónico con capacidad para atraer a nostálgicos del 92 o, con todo el cariño, simplemente a frikis de imágenes icónicas y recuerdos retro.
La Cartuja, donde reside uno de los parques científicos y tecnológicos punteros de España, es un recurso sin explotar desde el punto de vista urbano y turístico. Y, además, admite a todos los públicos. No cabe mayor versatilidad. No es la primera vez que reflexiono en este espacio sobre el potencial de la Cartuja y la rentabilidad, antes de la pandemia, de integrar mejor a esta isla en la ciudad. Hoy eso es, además, una necesidad en el modelo turístico al que la capital tendrá que adaptarse.
Cartuja Zone. Así se ha denominado este territorio en las mesas de trabajo del Plan 8, esa acertada estrategia municipal para impulsar al sector turístico y a la industria que conlleva. En este foro se han planteado muchas ideas. El catálogo de recursos disponibles está redactado: como mínimo son 21. Ahora sólo hay que ver cómo articular estas sinergias y en ello parece que trabaja ya el Ayuntamiento de Sevilla. Una buena forma sería abriendo una oficina turística en Torre Sevilla que sirva de puerta de entrada a una nueva ruta que ayude a diversificar el turismo, a descongestionar el centro que algún día, sin fecha aún en el calendario, volverá a estar repleto de turistas y a aumentar la estancia del visitante.
Un bus turístico por la Cartuja, un espacio de estacionamiento para autocaravanas, un mercado de artistas y artesanos en el Parque Magallanes e incluso una parada propia de coche de caballos municipales en Torre Sevilla. ¿Lo ven? Lo clásico con la vanguardia, la Sevilla más universal. Esto, sin duda, contribuiría a hacer de la isla un espacio más sostenible, un oasis donde fomentar eventos al aire libre, acordes con las nuevas exigencias impuestas por la pandemia.
Algunos, ante la avalancha de ideas que promueve el Plan8, dicen con sorna que Sevilla es la ciudad de los proyectos. Nunca han faltado buenas ideas, sí voluntad y colaboración para ponerlas en marcha. La alianza público-privada que ha conseguido esta estrategia no tiene precedentes. Ojalá no se quede sólo en papel mojado de hidrogel.
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