Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
AIMAR Bretos, director del programa Hora 25 de la Cadena Ser, es además un eficiente entrevistador, un interrogador que torea con protagonistas recién salidos del horno. El lunes, por ejemplo, entrevistó a Carmen Calvo justo cuando se supo que el Gobierno le había propuesto como presidenta del Consejo de Estado. La entrevista iba por otros derroteros, porque Calvo acaba de publicar un libro sobre uno de los asuntos que ella y otra feministas históricas han liderado en los últimos meses y que giran en torno al concepto de género y de sexo. Va de mujeres.
Pero de sus declaraciones recojo un término casero que resume muy bien el ser de Carmen Calvo: Las como yo. Es decir, más que nosotras, las que pensamos así o quienes esto opinamos, son las como yo. El mundo de Carmen siempre ha sido muy calvinista, ella es quien se coloca en el centro de la acción –ya sea del Gobierno, del grupo parlamentario o de la comisión de Justicia– y lo verbaliza todo, aunque alguna paisana suya de Cabra la justificó al aclararme que los nacidos en este pueblo de la Subbética cordobesa eran muy habladores.
Cuando Carmen Calvo fue consejera de Cultura, fue la primera mujer que entró en la Cartuja de Jerez, habitada aún por entonces por esos monjes de hábito inmaculado y pieles pálidas. Calvo había ayudado desde la Junta a restaurar parte de la iglesia, y el prior de entonces, que era un Moreno de la Cova de orejas puntiagudas y traslúcidas, la recibió con un trato exquisito. Entró Carmen , y tras los saludos monacales, ya le estaba explicando al prior los detalles y autores que habían participado en la construcción y decoración de este vetusto edificio levantado sobre el Guadalete. ¡Y ellos llevaban medio siglo encerrados allí!
Carmen Calvo y otras mujeres notables como Amelia Valcárcel han mantenido posturas muy críticas con la ley trans por el concepto de mujer que se deriva del texto, y esto las ha ennoblecido y ha dejado claro que el término histórico en, este caso, no es sinónimo de viejo. Desde hace tiempo Calvo aspiraba a presidir el Consejo de Estado, para lo que hay que acreditar experiencia de gobierno y ser un jurista de “reconocido prestigio”. Ha sido ministra, vicepresidenta primera y es doctora en Derecho Constitucional. Veremos si el Supremo se encuentra, de nuevo, como en el caso de Valerio, con una demanda de la Fundación Hay Derecho. Propongo una cosa: que la llamen. Y la escuchen. Seguro que aprueba.
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