Buena idea y buen debate

LO hicieron porque no sabían que era imposible. Máxima que le va de perlas a la ambiciosa propuesta para rematar el urbanismo de Sevilla a través del recurso más utilizado en su historia: modificar el curso del río Guadalquivir. En este caso con carácter retroactivo. Ya que la dehesa de Tablada es terreno inundable, si no puedes con tu enemigo, alíate con él para resucitar la Sevilla milenaria del Lacus Licustinus situando de nuevo tan cerca el hermanamiento del mar y el río. En vísperas de la exposición sobre el Tesoro del Carambolo y Tartessos, pasado, presente y futuro cruzan sus caminos para debatir qué hacemos con Tablada.

La propuesta que se presenta hoy merece ser estudiada con atención. Lo habitual en Sevilla es tolerar o desacreditar las ideas en función de quién las propone o apoye, cuando lo importante es el qué, no el quién. Es fácil tildar como locura la conversión de Tablada en una marisma metropolitana. Pero si se empieza a aquilatar la cantidad de problemas que soluciona esta idea (beneficia al Puerto, al río, a Doñana, a los arroceros, a la náutica recreativa y al desarrollo sostenible), se recuerda que ésta es la ciudad del fagamos una obra tal que nos tomen por locos. Lo mismo que plantear una Exposición Universal en terrenos de la Cartuja, o urbanizar con parques y museos el antiguo cauce del río Turia en Valencia, idea que ha propulsado a la capital levantina.

Esta iniciativa no cabe ahora en el PGOU, muro de defensa legal. Tablada es la última gran reserva de suelo del término municipal. Ni las inmobiliarias ni el Ayuntamiento se han salido con la suya. Todos pierden y nadie gana. Y llega esta tercera vía para un debate interesante: que toda la ciudad gane a costa de que cada parte ceda algo respecto a sus planteamientos iniciales. ¿Se implicarán las fuerzas vivas con libertad en el debate o seguirán a la espera de órdenes desde los poderes para saber cuál es la conveniencia oculta de presentar enmiendas parciales o a la totalidad?