Biri Biri sigue en el corazón del sevillismo

Alhaji Mohomodo Nije ha vuelto una vez más al lugar donde enraizó desde el minuto uno para dejar una semilla personal sin igual. Alhaji Mohomodo Nije es Biri Biri en el siglo, ese gambiano que llegó un día de Ciudad de Sevilla al hotel de concentración y que desde ahí entró en el alma del vestuario y de la afición del Sevilla. Fue horas antes de que Pablo Blanco le diese al Sevilla el segundo Trofeo de la ciudad en el campo del Betis.

Vivíamos agosto de 1973 y el Sevilla había contratado a un entrenador de la elite más elitista de los banquillos continentales para tratar de huir de la Segunda División. Ese entrenador era el austriaco Ernst Happel, un germano que no vio con buenos ojos la presencia de un africano en el plantel. Quizás por eso, Biri tuvo que esperar a tiempos mejores para abrirse paso en las alineaciones del Sevilla y aunque estuvo en Linares, su eclosión no llegó hasta la temporada siguiente.

Esa eclosión iba a producirse un soleado mediodía durante un partido con el Barcelona Atlético y Biri fue llevado a hombros desde el estadio a su casa, en las inmediaciones de la Gran Plaza. Fue con Roque Olsen con quien el gambiano encontró su sitio para ir escalando posiciones hasta instalarse en el corazón del sevillismo. A las órdenes del cartesiano técnico argentino encontró su espacio para realizar dos grandes temporadas, la del ascenso y la del retorno a Primera.

Se fue Olsen, llegó Carriega y Biri volvió a Gambia. La pareja de extranjeros la formaron Scotta y Brizzola, pero este último no funcionó y Biri volvía al verano siguiente, el de 1977, para jugar sólo una temporada más, ya que la llegada del gran Bertoni lo dejaba fuera de concurso. Ahora lleva unos días entre nosotros junto a Blanco, Sanjosé, Gallego... y tantos compañeros como continúan llevándolo en el corazón de la misma forma que lo lleva incluso el sevillista que no lo vio jugar.