¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Crónicas levantiscas
Son las musas, pero la inspiración por sí misma no es suficiente, hay que estar trabajando para que las diosas te alumbren. Fue una cuestión de suerte, pero la Guardia Civil siempre estaba allí. Sevilla se salvó de la que hubiese sido su peor desgracia del siglo XX, un coche bomba instalado en el aparcamiento de la plaza del Duque, junto a la comisaría de la Gavidia, debía explotar casi a la vez que otro automóvil, también cargado de explosivos, que estaba situado frente a las instalaciones de Construcciones Aeronáuticas. Henri Parot era el asesino frustrado, este a quien acaba de homenajear el colectivo de apoyo a los presos de ETA y Sortu, el partido principal que forma Bildu.
El 2 de abril de 1990, un control de la Benemérita instalado en la localidad sevillana de Santiponce detuvo a un automóvil que viajaba con el morro levantado, señal de que la carga pesaba demasiado. El conductor intentó saltarse los obstáculos desplegados por la calzada, unos guardias se echaron encima de quien creían un delincuente común, pero el tipo se lió a tiros con los uniformados. Fue detenido, se identificó como miembro de ETA y allí se frustró un atentado que iba a emular lo de Hipercor. Parot, de nacionalidad francesa y nacido en Árgel, cometió 39 asesinatos a lo largo de su sangrienta carrera, algunas de sus víctimas fueron los niños de la casa cuartel de Zaragoza. Entre los uniformados, Guillermo Quintana Lacaci, el mando del Ejército que impidió que la Acorazada Brunete se sublevase durante el intento de golpe de Estado del 23-F.
Su biografía es incompatible con cualquier homenaje, no hay resquicio de solidaridad con un preso tratado como tal dentro de un Estado de derecho. Hasta hace unos días, Sortu, miembro de Bildu, y aliado coyuntural del Gobierno, respaldaba las concentraciones de este 31 de diciembre en favor de Parot, y esto es lo que convierte en insalvable esta compañía. No se puede, siquiera, acusar al PP de blanquear a la extrema derecha por apoyar a Vox, e ir de la mano en algunos asuntos con Sortu. No cabe ninguna comparación.
Hasta ahora, Arnaldo Otegi había logrado embridar a Sortu, en sus estatutos se rechaza la violencia y había conseguido que las asociaciones de apoyo a los presos terroristas dejasen de organizar bienvenidas en los pueblos. Pero Sortu ha comenzado a virar por la fuerza de los más extremistas, de aquellos que consideran que el final de ETA fue un error para los presos. Quien fuese el último jefe de la banda terrorista, David Pla, formará parte de la nueva dirección de Sortu, y esto debería de ser inasumible para el PSOE. Con Bildu, no.
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