La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
La joven Zenda de Pérez Reverte, nacida y viva en las redes pero también convertida en editora con su estupenda colección de novelas de aventuras botada al mundo editorial con El diamante de Moonfleet de John Meade Falkner y -lógicamente- con El prisionero de Zenda de Anthony Hope, se ha unido a la veterana Edhasa -75 años de historia editorial nada menos, desde su creación en 1946- para presentar la colección Zenda-Edhasa dedicada a la edición de clásicos de aventuras. Arranca con Las cuatro plumas de A. E. W. Mason (1865-1948), de quien espero se edite también El misterio de la Villa Rosa -de la que tengo una preciosa edición española de 1911- para que el público conozca al detective Gabriel Hanaud. Le seguirá El enigma de las arenas de Robert Erskine Childers (1870-1922), considerada junto a Kim de Kipling, publicada dos años antes, fundadora de moderna novela de espías y una de las obras maestras del género. Tuvo tal éxito popular e influencia, anticipando una posible invasión alemana de Inglaterra, que se la cita como origen de las fortificaciones marítimas de la isla.
"Rescatamos libros descatalogados u olvidados, dándoles visibilidad de nuevo" dijo Pérez Reverte en la presentación. Desaparecidas las librerías de fondo y descatalogados muchos títulos en pocos años, es una iniciativa importante. Me sentí especialmente identificado con lo que dijo María José Solano, responsable de Zenda Libros, sobre el primer volumen de la serie: "Es un libro hecho para la gente que, además de amar la literatura, ama los libros". Importante. Una cosa es amar la literatura y otra amar los libros. No se trata solo de leer, sino de tocar, oler, tener, ver en nuestras estanterías reconociendo cada volumen, anotar -soy de quienes llenan los libros de notas y subrayados-, recordar dónde se compró y cuando se leyó por primera vez en esa edición herida por el paso del tiempo y muchas lecturas que conservamos con tanta nostalgia de la buena, que es una forma de cariño y gratitud.
Podría traducir las palabras de María José Solano al cine porque soy de esa gente que, además de amar las películas, ama los cines (los de verdad, no las multisalas de centros comerciales, casi todos perdidos). Los libros, en cambio, viven. Esta iniciativa pondrá muchas horas de felicidad inteligente en las manos de los lectores que, además de amar la literatura, aman los libros.
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