Javier Mérida

El Betis no acaba de encontrar su estilo

con efecto

28 de septiembre 2012 - 01:00

MIGUEL Guillén es un buen presidente. Pero antier se equivocó. O lo equivocaron. Sea como fuere, el Betis ofreció en las ondas capitalinas de la madrugada una sensación de pataleta que no se corresponde con el nuevo estilo Betis que debería anidar ya en la casa. Esa queja sólo sirve para el regocijo de enemigos: "¡Pobrecito el Betis!".

Encima, no surgió de forma espontánea. El partido llevaba hora y media finito, tiempo suficiente para echarla al suelo y pensar sólo en el Betis, no en saciar la sed de respuesta propia ni de la masa verdiblanca, en la que se inmiscuyó gente del club a través de Twitter.

Recuerdo que hace año y medio, en Ponferrada, se aplaudió una andanada de Mel contra un árbitro y, por contra, se criticó la ausencia de la misma en la voz del entonces presidente del club, Rafael Gordillo. Personalmente, vi bien el silencio de éste, como en su día critiqué su lenguaraz aunque tibia salida de tono contra Marcelino. En esta ocasión, se invirtieron los papeles. Y el listo y educado fue el entrenador, quien con su discurso puso a cavilar a un árbitro que, seguramente, no volverá a hacer de las suyas contra los equipos del madrileño.

Lo otro, el cacareo impotente, no suma nada y es soez. Un club como Dios manda, amén de prensa propia, debe saber ganarse a periodistas de la ciudad y hacerlos su altavoz. Y el discurso de Guillén, en la FEF y en LFP. Y sin que nadie, salvo los jefes del trencilla, se entere. Y hablar de generar violencia, sí, pero para denunciar la cobardía extrema de tres policías frente a un aficionado indefenso que se saltó al césped porque quizá sabía que nadie le iba a brindar un micrófono con el que desahogarse.

Y, en paralelo, una pregunta: ¿Qué ganaste con tu ejercicio de prevaricación, Álvarez Izquierdo?

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