La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
DE POCO UN TODO
Atodo aquel que se ponga nervioso con las polémicas alrededor de Benedicto XVI le recomiendo que vaya haciendo acopio de bolsitas de tila. En la figura del Papa se entrecruzan al menos dos tendencias que lo marcan como enemigo particular del pensamiento políticamente correcto. La primera es tan antigua que podíamos llamarla intemporal. La Iglesia, como detectó Chesterton, nos salva de la esclavitud de pertenecer a nuestro tiempo porque defiende valores eternos. El pensamiento único sabe que para serlo (único, que lo del pensamiento le importa bastante menos) le sobra la Iglesia. Teniendo en cuenta la talla filosófica y teológica de este Papa, y su autoridad, se comprende que le resulte irritante, como poco.
La segunda tendencia, en cambio, es exclusiva de esta época. El espacio se achica por los modernos medios de transporte y prácticamente desaparece gracias a los nuevos medios de comunicación. Esto está repercutiendo de una manera muy significativa sobre el Papado. El planeta se ha convertido en una Aldea Global y, en consecuencia, el Santo Padre es su párroco. Juan Pablo II fue el primero en verlo claro. Y en esa misma línea debe entenderse la llamada de atención de B16 sobre la importancia apostólica de internet. Predicando con el ejemplo, el Papa acaba de abrirse una cuenta en Facebook, nada menos. Se ha lanzado de lleno a las redes sociales 2.0.
Si B16 está cada vez más cercano y sus ideas son las de siempre y, por tanto, muy distintas a las de ahora, la discusión está servida. Si me perdonan una comparación de andar por casa, y salvando las distancias, esto recuerda y todavía recordará más a don Camilo y a Peppone, el cura de pueblo y su íntimo enemigo el alcalde comunista de aquel libro de Giovanni Guareschi titulado, precisamente, Mundo pequeño.
Lo malo es que aquí todos se apuntan a Peppone. Hasta Carla Bruni, con lo guapa que está callada, se ha puesto a meterse con el Papa a cuenta, naturalmente, de la moral sexual. A un amigo mío le ha sorprendido, pero es lógico que ella dé el cante, y no por ser una profesional de la canción ligera, sino porque las palabras del Santo Padre, gracias a internet, a la radio, a la prensa, a las televisiones en directo, llegan a todos los rincones y, a la vez, chocan con los planteamientos de los jefes políticos, o sea, de los peppones del mundo. En vez de esperar a que escampe (que no va a escampar), yo me lo tomaría a lo Guareschi -con guasa- y no olvidaría nunca que la Iglesia no tiene nada que temer de una confrontación intelectual. Preparémonos: las polémicas son, quod erat demostrandum, un signo de los tiempos.
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