Joaquín / De La / Peña

Ayer

Sebka

21 de marzo 2016 - 01:00

NADIE puso en cuestión las distancias. Nadie levantó una sola voz sobre la conveniencia o no de aquellas cofradías nuevas. Nadie clamó en los medios de comunicación sobre la inoportunidad de aquel disparate que rompía los esquemas prefijados desde hacía tanto tiempo. Ningún gurú opinó, no se escuchó ningún clamor, las trompetas del apocalipsis no sonaron.

Las barreras que delimitaban las vías de aquel tren que cortaba en dos la ciudad se levantaron. Por caminos de tierra, entre primaverales jaramagos y recias chumberas, pasaron por vez primera aquellos nazarenos, capas recogidas para no ensuciarse con el barro que la lluvia había moldeado. Las mismas imágenes se habían vivido años antes en el otro extremo de la ciudad... y en el centro; blancos, negros, azules.

Un arcoíris de sentimientos, de compromiso, de responsabilidad; un afán por vivir en cristiano en una Iglesia aún pendiente de resolver sus problemas de integración con el mundo y con la Historia. Pero sobre todo un monumento de fe.

Sólo la fe y el Espíritu han podido hacer posible cuanto vamos a vivir en esta tarde. Sin ellos, el trabajo de tantos hombres, sabios, discretos, sacrificados, eficaces, leales, profundos y santos no hubiera llegado a la cima de belleza, equilibrio y armonía que son las hermandades de este Lunes Santo.

Aún quedan algunos de aquellos cofrades que crearon de la nada este poso de profundas aguas cristalinas o que restauraron, con mano firme y trato delicado, devociones perdidas en el tiempo. Son hombres de trato suave, de creencia firme, nada ostentosos, humildes, serenos. Son conscientes de cuanto hicieron pero no lo airean, quizás sueñan otros tiempos, pero no los reclaman; les basta con contemplar la obra que Dios, por medio de sus manos ha completado.

Todavía estamos a tiempo. Preguntad, entresacad de sus sonrisas de hombres buenos cómo se crea una hermandad, cómo se consigue fundir una cofradía con un barrio, cómo es posible imaginar y hacer realidad un cuerpo de nazarenos modélico. Ahora que tantos desatinos nos erizan la piel bueno será que hoy, precisamente hoy, miremos el ayer.

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