Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
Sevilla/No tenemos sombra en la Avenida desde 2007, pero ya tenemos un comercio de cannabis junto a la confitería de la Campana. El que no se consuela es porque es un aguafiestas, un amargado, un avinagrado, un tipo mas triste que los que portan los faroles en un (hermoso) funeral de la Caridad. Mucho quejarnos de que sólo se abren bares... ¿Y ahora qué? No, no hay sombra ni está previsto que la haya, pero tenemos una tienda de cannabis que vendrá de dulce para las tardes de Semana Santa... Como se decía en Supermán... No es un pájaro, no es un avión, no es un bar, no son veladores... ¡Es una tienda de cannabis que tiene, además, un rótulo muy respetuoso con el paisaje urbano! Hala, señores rancios, alégrense. Gaudeamus igitur! Que sólo saben quejarse, largar y generar energías negativas. La de años que nos hemos pasado destacando que la Avenida pasó de ser el corazón financiero a una zona preferente del sector servicios... Con lo que nos hemos quejado de que se marchaban los bancos y solo llegaban franquicias y más franquicias de café y camisetas, todas insulsas, asépticas y desubicadoras. ¿Algunos no estaban hartos de bares? ¡Vamos al cannabis como antes íbamos al camarón fresquito... servido en cartuchitos!
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. El mismo local ha sido en tres lustros un negocio de cambio de divisas, una tienda de camisetas y ahora... un comercio de cannabis. Al menos no tiene licencia de veladores. No tenemos sombra en la Avenida, decíamos. Ni está ni se le espera, como al general Armada el 23-F, desde que se estrenó el tranvía y se cerró al tráfico rodado. Pero ya tenemos un comercio de cannabis frente a la Puerta de la Asunción, por donde entran los nuevos arzobispos al llegar a la sede de San Isidoro y por donde también entran con la mitra... y los pies por delante. Podían haber puesto un negocio del tipo Macarro, Uclés o la perfumería inglesa de La Casa de las Esencias. Pero han puesto uno de cannabis. Los comercios reflejan la sociedad del momento. ¿No hay gente que dice que la Plaza de la Magdalena está “preciosa”? ¿No hay quienes aseguran que la de la Encarnación está mejor ahora solo porque ha dejado de ser ciertamemte un terreno enfangado para el aparcamiento de coches y una pasarela de ratas? Que no nos falten los veladores, las avenidas sin sombra y los hoteles de tres estrellas vendidos como si fueran de cinco. Con un poco de suerte gozaremos pronto de sombra en la Avenida, más de quince años después de perderla, y de una oferta renovada de comercios de donuts tuneados, turrones, cafés en vasos de plástico y embutidos envasados al vacío. Porca miseria.
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