La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
La Feria no tiene un vicario laico que advierta que las vísperas tan vividas intensamente en pleno real pueden confundir a muchos público. Parece Feria, pero no lo es, aunque realmente y en cierta forma lo sea. Largan de las cofradías piratas, a las que de vez en cuando les sueltan un pescozón desde el Palacio Arzobispal. Pero nos tragamos la pre-Feria a toda potencia en las calles del real, donde el viernes a mediodía había más gente de la que habrá el próximo viernes. Ya lo verán. Uno tiene claro que no solo es que el sevillano sea un amante del gozo de las vísperas, eso que en el fútbol se llama la previa. ¡Es que en la pre-Feria es cuando se disfruta de la Feria sin turistas! Son las horas exclusivas del sevillano. Por mi y ante mi, que diría el notario al hacer su propio testamento. La Feria comienza oficialmente hoy tras la prueba del alumbrado de anoche, que ya nos hemos olvidado que se suponía que era eso: una prueba. ¿Cómo quieren que aguantemos la Feria de formato largo si muchos la comenzaron el viernes a mediodía? Las calles apagadas y las casetas encendidas con todo el mundo arreglado, incluidos los señores con el Dustin reglamentario.
La absurda consulta (mal llamada referéndum) con la que el PP incurre en el error ya cometido por el PSOE tendría que preguntar a los sevillanos al estilo del verdadero referéndum sobre la iniciativa del proceso autonómico andaluz: "¿Da usted su acuerdo a que la Feria de Sevilla comience la noche del lunes con la prueba del alumbrado de tal forma que se aumente los días de vísperas de dos a cuatro al comprender tan gozoso período del viernes a mediodía hasta el lunes a mediodía?". ¡He ahí la clave! En cuantito volvamos al modelo antiguo, el sevillano readaptará su particular calendario. ¿Y quién le pone el cascabel al gatito? Miau, miau. Que suene la sevillana de Micifuz y Robustiana.
La pre-Feria es la fiesta blindada solo para sevillanos. El gran error fue alargar la fiesta para que se pudieran vender dos fines de semana a los turistas. Los sevillanos abandonan el real cuando acaba el miércoles. Y la Feria sin sevillanos no es la Feria, porque el sevillano en Feria es mucho más vital que en la Semana Santa. La Feria sin una presencia masiva de sevillanos será una fiesta bonita, bien decorada, incluso agradable, pero no es la Feria. Es una variante. Es como el que hace el camino del Rocío con aire acondicionado y metido todo el tiempo en un vehículo adaptado como una suite. Eso no es el Rocío.
No tenemos ese vicario laico que llame al orden. El Ayuntamiento propone y el sevillano dispone. Los sevillanos hacen en cierta forma de piratas en su propia fiesta con unas vísperas por todo lo alto y fuera de ordenación, pero al mismo tiempo perfectamente ordenadas. Potajes, aperturas del jamón, primera recepciones, arroces en familia, etcétera. La Feria es y será lo que quieran los sevillanos, que son los que pagan las cuotas de sus casetas en febrero, mayo, septiembre o como cada entidad, peña o colectivo lo tenga organizado. Y no ha nacido el alcalde que acabe con unas vísperas, sí en cambio lo que se empeñan en consultas absurdas cuando a ellos se les paga para que tomen decisiones y no salgamos en los informativos nacionales por cuestiones que se prestan a la frivolidad.
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