La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Está la mar de bien que Antonio Muñoz sea senador por Sevilla. Se lo ha ganado en un año y medio de esfuerzo titánico en el que pocas llamadas ha dejado de responder. Recuerdo la confesión de un altísimo cargo de Zoido el día después del batacazo electoral de 2015, cuando el PP dilapidó en tiempo récord el mayor crédito político que ha recibido un alcalde de gran capital en España: “¿Me preguntas qué ha pasado? Que hemos tardado demasiado en coger el teléfono. A la gente hay que atenderla”. Las mayorías absolutas generan actitudes arrogantes en todos los partidos políticos. Muñoz es uno de los santos inocentes del 28-M. En año y medio se ha volcado como pocos esperábamos, pero la ola anti-sanchista se ha llevado por delante la recompensa a su trabajo. Por supuesto que con el reto de la limpieza no ha podido, eso es evidente, pero sí son considerables muchos logros en muy poco tiempo. Por eso es importante que se quede como jefe de la oposición con la vitola de senador.
Todos sabemos las consecuencias que tiene la inexistencia de una oposición bien armada y que conozca las entrañas del Ayuntamiento. El propio PP no ha ejercido bien la oposición en diferentes etapas, así como sí fue especialmente vehemente en el tercer y último mandato de Monteseirín. Muñoz puede ser muy útil como fiscalizador de la gestión de un gobierno nacido de una victoria muy clara, pero que necesitará apoyos para sacar adelante los presupuestos. La gran alegría para el PP sería que el alcalde saliente abandonase la carrera municipal y no pusiera sus conocimientos en urbanismo, turismo y cultura al servicio de la muy necesaria labor de oposición. Si se queda en el Ayuntamiento como muchos esperamos realiza un acto de generosidad con su partido –perro flaco que la noche del 23-J puede recibir el ataque final de las pulgas– y un ejercicio de responsabilidad con los ciudadanos.
El propio PP dejó como jefes de la oposición durante varios meses a los ex alcaldes Becerril y Zoido. Soledad aguantó hasta que fue nombrada vicepresidenta del Senado y Juan Ignacio esperó hasta ser llamado como ministro del Interior. Nada mejor que quedarte donde los ciudadanos te han puesto. Y encima te puedes encontrar en el AVE con Juan Ávila, los dos camino del Senado. Los viajes a Madrid pueden ser la mar de divertidos si el PP pone a Juan Bravo de primero por Sevilla al Congreso. Bravo es de Jáen, sí. También lo es Cristóbal Montoro y encabezó con éxito la lista por Sevilla. Lo dicho: Antonio, quédate. Y así amortizas, además, el chaqué de Trimber de la calle José Gestoso.
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