Antonio González Cordón, arquitecto excelente y amigo entrañable

Sevilla/Antes de cumplir 68 años ha muerto el arquitecto sevillano Antonio González Cordón. Uno de los mas genuinos profesionales surgidos de nuestra Escuela de Arquitectura, protagonistas de la formalización del nuevo paisaje de la ciudad, reconocidos nacional e internacionalmente.

El arquitecto del nuevo estadio del Real Betis Balompié merece ser recordado por el conjunto de su trayectoria humana, profesional y académica. Después de haber sido mi alumno compartimos años de docencia de Historia de la Arquitectura, y tuve la fortuna de ser su director de tesis doctoral, que defendió en 1982, publicada por el Ayuntamiento de Sevilla con el título Vivienda y ciudad. Sevilla 1849-1929. Un libro muy importante cuya reedición debería ser acometida.

Pronto fue consciente de que su magnífica labor docente debía reorientarse a la tarea central como proyectista y constructor. Obtendría su cátedra de Proyectos Arquitectónicos en 1999. La misión era transmitir una experiencia profesional de calidad. Por ello desarrolló encargos privados y públicos, y participó en numerosos concursos, como el convocado por el Betis en 1998, que pudo ver realizado solo fragmentariamente.

Muy joven hizo la remodelación de la Cámara de Comercio, un hito muy elocuente de la reflexión posmoderna que dominaría la década de los ochenta. Pero también desde muy pronto tuvo encargos de vivienda, tanto individual como colectiva, pública o privada, dejando excelentes ejemplos en Sevilla, tanto en el casco antiguo (calle San Vicente) como en enclaves en transformación como la Ronda de Triana o Torneo. También en El Puerto de Santa María o Rota.

En la construcción de la capitalidad de Andalucía contribuyó con su intervención de remodelación y nueva planta de la Consejería de Agricultura y Pesca. O en las actuaciones vinculadas a la efemérides de 1992, con la obra del Hotel Plaza de Armas. Su dominio técnico y compositivo se manifiesta en todas ellas. Incluyendo una intervención mas reciente de extraordinaria calidad, el edificio de la calle Santander, el mejor edificio contemporáneo de todo su entorno, que no obstante provocó injustos ataques cuando ya padecía su enfermedad.

Su fuerza creativa, manifestada en sus formidables incursiones pictóricas, queda enraizada en su hijo Antonio González Liñán, a quien deja el testigo del compromiso arquitectónico.