La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Acostumbrados al mínimo sufrimiento, a no recibir instrucciones, en todo caso indicaciones; a disfrutar de una extensa carta de derechos, a no tener jefes sino coordinadores y a todas esas gaitas que se obtienen del lenguaje para no llamar a las cosas por su nombre, esta sociedad hace ya días que ha dado por amortizada la pandemia. Basta un paseo por cualquier ciudad andaluza a la una de la tarde para comprobar que los veladores de los bares, verdadero termómetro de la vida urbana, están poblados de turistas. ¿Qué pasó? Que se acabaron las limitaciones. En la cola del supermercado sientes ya el acoso en los riñones como si se tratara de un cebada que embiste contra el peto. Cuesta encontrar una mesita para tomar algo si no tienes aspecto de viajero. Y ya no te dan desayunos a ciertas horas. Hace un par de meses todavía eran todo facilidades. ¿Quiere usted una tostada a las 11:30? Sin problema. El cliente manda. Pues ya no. Se acabó, que diría María Jiménez.
Ahora hay que tener todo listo para los guiris, que son los que dejan el parné y les gustan sus lunch, sus aperitivos, sus brunch y todas sus cosas en hora. Andaluces, levantaos de los veladores que ya están aquí los ingleses y los alemanes. Pronto volverán los asiáticos. Y si hay toros, los mexicanos y los portugueses con sus guayaberas de lino. Adiós, andaluces. Volved a vuestros hábitos, que la hostelería ya tiene quien pida por raciones, por jarras de sangría y por surtidos de tapas. Hasta siempre, andaluces. Que con la tapita y la cervecita no se va a ningún lado. Y el tostador conectado hasta el rezo del Ángelus no compensaba antes y menos ahora tal como se ha disparado la factura de la luz. Volved a vuestras tabernas para oriundos, nativos, lugareños o como cada cual prefiera llamarlos. Allí donde os aceptan media hora en una mesa para una copita de oloroso con escolta de aceitunas. Habéis sido útiles en tiempos de penurias, cuando en tantos lugares, ay, se recuperó la tapa, pero ahora debéis dejar para otros los alrededores de catedrales, palacios, alcazabas, mezquitas... Con vosotros, andaluces, no hay quien doble mesas, porque si tardáis en desayunar, más os demoráis en dejar el velador libre.
El guiri llega temprano, gasta y se levanta pronto. Otra cosa: tampoco hay ya café, que a veces nos dan las cinco de la tarde con dos puñeteros cortados. Y la mesa ocupada para la cháchara. Muchas gracias por todo, andaluces. Levantaos ya de los veladores. Fue bonito el reencuentro. Hasta la próxima pandemia.
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