¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El estilo de los viejos profesores
La ventana
Desde la imparcialidad más aséptica he visto con asombro la batalla electoral por hacerse con el asa de la Asociación de la Prensa de Sevilla. No sé qué soportaría Barack Obama durante el tiempo que duró su carrera hacia la Casa Blanca y, desde luego, no le arriendo las ganancias. Como no se las arriendo a los compañeros que han peleado por llegar a un lugar que ni es remunerado ni tiene un brillo social como para partirse la cara por él. Veía las redes sociales, ese refugio de terroristas, y no podía dar pábulo a las invectivas, a las injurias y hasta las calumnias que allí se prodigaban. ¿Tanto interesa presidir un gremio tan devaluado como el de los periodistas? Por lo que estábamos viendo debe interesar una barbaridad, pero desde una atalaya como ésta, sin nada que ver en la cosa, hasta daba grima ver cómo se despellejaba gente que bien debiera ser compañera de viaje y no enemigos tan virulentos.
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