Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Sevilla/El otro día le oí unas declaraciones a Antonio Muñoz que no las mejora ningún asesor a sueldo. Le preguntaban al alcalde por la implantación de la tasa turística y fue tajante tras ofrecer todas esas explicaciones que se dan cuando de verdad uno conoce los asuntos de los que habla y no tiene que mirar los papeles: “No van a dejar de venir por tener que pagar un euro”. Así es. ¿Ustedes conocen a alguien que haya dejado de volar a Roma por tener que pagar la tasa turística, ese dígito mínimo que aparece en la factura del hotel el día de la salida, check out para los tontos del inglés? Pues cuando el alcalde tiene la razón se le da. Y no pasa nada, que no es lo mismo la razón que la ojana.
Nos quejamos de las molestias de un turismo del que al mismo tiempo dependemos. Sin turismo somos más pobres por mucho que nos fastidien los calzoncillos colgados de la casa palacio convertida en piso turístico, los tíos deambulando sin camiseta, los bares plegados a sus gustos y horarios, los que se bañan en la fuente, lo que vienen al centro presentado como parque temático y no como casco histórico, los que ejercen de vándalos con ocasión de una final futbolera... O los que simplemente invaden esa calle por la que usted pasa a diario y ese día está colmatada de visitantes que intentan comprender quién fue Pedro I El Cruel, que no fue Sánchez, el que se merienda a los ministros y asesores cuando le viene en gana. Pues ya que sufrimos fuertes molestias por el turismo desde hace más de una década, cobremos la tasa y dediquemos la recaudación a mejoras en la ciudad. Se hace ya con éxito en 160 ciudades. A lo mejor no hay que cobrar un euro por persona y noche, lo que reportaría a Sevilla unos siete millones al año. Se puede aplicar otro criterio, como el cobro de la tasa en función del gasto en el hotel, la categoría del establecimiento, que se aplique sólo en un máximo de tres noches o que se bonifique a los menores de edad.
Los empresarios de la Costa del Sol están en contra, pues trabajan con mayoristas que compran cientos de noches, bloquean por así decirlo las habitaciones para comercializarlas. Si Muñoz consigue el marco normativo necesario para aplicar la tasa, para lo cual tienen que dar el plácet dos administraciones de distinto signo, los alcaldes de otras ciudades no están obligados a imponerla. Si no podemos corregir los excesos del turismo, tenemos que ser creativos y sacar más beneficios directos. Nadie deja su silla de la carrera oficial aunque suba el precio un 10%, ni la caseta de Feria, ni otros instrumentos del bienestar local. Pues los turistas son iguales, pero con la piel salmón y un Aperol Spritz en un velador de la Alfalfa. Dejar de viajar por la tasa turística es de tiesos.
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