Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
LA campaña ha entrado en su fase final y el giro provocado en el debate cara a cara se consolida como tendencia al cambio. Y no sólo en los trackings diarios que esta vez son de dominio público, sino también, lo que es más importante, en los mensajes de los principales partidos.
Probablemente el debate sólo fue la constatación de que el impulso de cambio es mucho más fuerte que el continuidad. Y ha empezado a mostrar que la división tan marcada por bloques convive también con una zona más blanda y proclive a optar por un lado o el otro y básicamente entre los dos grandes partidos, PSOE y PP. Aunque la mayoría de los sondeos muestran que la trasferencia de voto es mucho más clara del rojo al azul. Ya ocurrió hace un año en las autonómicas andaluzas.
La visualización del favorito y probable vencedor atrae voto indeciso y, si es moderado de centro-izquierda, vota con la convicción de que cuanto más fuerte sea el PP, menos capacidad tendrá Vox de comprometer la gobernanza.
Pero es en los mensajes de campaña donde se aprecia con nitidez esa dinámica.
Alberto Núñez Feijóo apela a evitar una abstención que trunque la gran mayoría que, admite, puede tocar con los dedos. Busca la tracción del ganador.
Pedro Sánchez, empero, apela, más allá de presentarse cual ave fénix que siempre renace de sus cenizas, al voto femenino que tema involución machista con una hipotética coalición gubernamental PP-Vox. Se ve que no aprendió nada del debate. Y que no es consciente de que los terribles efectos de la ley del sólo sí es sí y la devaluación de los derechos femeninos en la ley trans (cualquiera puede convertirse en mujer sólo con decirlo en un registro) le deja ayuno de credibilidad y argumentos. Eso sí es involución.
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