Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
NUNCA antes se habían celebrado unas elecciones a Cortes Generales en plena canícula. En Andalucía está prohibido convocar en julio o en agosto comicios autonómicos, precisamente para evitar un clima muy caluroso que provoca desplazamientos del interior a las costas y puede propiciar niveles de participación bajos. Es cierto que en julio de 2020 se celebraron elecciones en Galicia –precisamente la última vez que se reeligió por mayoría absoluta a Alberto Núñez Feijóo– y en el País Vasco, pero eran dos convocatorias previstas en abril que a mediados de marzo se aplazaron por el confinamiento provocado por el Covid-19: la analogía es imposible.
El aspirante Feijóo dijo ayer que él prohibirá elecciones generales en julio y agosto si el domingo obtiene la confianza para gobernar.
La fecha elegida, la primera disponible para cumplir el plazo legal desde la dura derrota del PSOE el 28-M, y un clima, el político, polarizado pero muy decantado por el rechazo que genera el convocante de los comicios, Pedro Sánchez, han determinado que la que termina hoy haya sido una campaña prescindible, nada propositiva, de un nivel muy bajo. En una palabra: insufrible.
Prácticamente todo ha girado en torno a si las predicciones demoscópicas daban opción de remontada al bloque de la izquierda –que no se ha reflejado en ningún sondeo, salvo el CIS de Tezanos, pero que es posible mientras los votos reales no lo desmientan–, en si Sánchez era capaz de levantarse del duro golpe que los españoles le dieron en las urnas hace menos de dos meses y, como la duda sobre lo anterior crecía, en el descrédito del adversario. Lo mejor es que acaba.
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