Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
El amor y la muerte, las dos caras de una montaña de dinero. He de reconocer que el caso Mainat tiene todos los ingredientes para enganchar, sobre todo tras la esperpéntica aparición de su mujer, imputada por su intento de asesinato, ofreciendo croissants a los periodistas apostados a las puertas de su casa. O es una inconsciente, o es más fría que un témpano la señora. A Telecinco, desde luego, le interesa más que la mujer del ex miembro de La Trinca se pasee con pelucas de todos los colores que el confinamiento de Madrid en esta segunda ola de la pandemia. Mainat y María Teresa Campos rellenan horas y horas de su parrilla porque es la salsa que combina bien con cualquier plato. Hay amor, desamor, rencores, rupturas, intentos de homicidio, escort, novia rusa y novio a la fuga en el caso de la Campos. A los seres humanos nos encanta reconciliarnos con nuestra especie a golpe de tragedia; quizás porque así las nuestras parecen nimias.
Volviendo a Mainat, el independentista, ex pareja de Rosa María Sardá y fundador de Gestmusic, su historial amoroso iba bien, hasta que en 2012 se casó con esta Ángela Dobrowski que hoy se promociona cual modelo de Pantene Pro-V. Ella tenía 28 años y él, 64.
Josep María es un multimillonario de la tele, forradísimo y de trato difícil, por decirlo suavemente. Ahora que tiene 72 años le va lo de luchar contra el envejecimiento. Por lo visto era habitual que su esposa le inyectara varias sustancias rejuvenecedoras tipo vitaminas. La cuestión es por qué lo despertó a las dos de la madrugada para ponérselas. Y también por qué se escondió detrás de la puerta de la nevera, apartada de las cámaras de seguridad que ella sabía que estaban, para preparar la inyección. Además, se tiró más de dos horas midiendo el azúcar en la sangre de su esposo. Lo hizo hasta que éste cayó en coma, y parece que sólo llamó a la ambulancia 20 minutos después. Muy raro todo. ¡Los Mossos dijeron que ella creía que era irreversible!
Mainat entró en coma por una sobredosis de insulina, pero Angela, quien está cursando Medicina (un datito importante en la trama) se defiende explicando que lo que creía estar haciendo era inyectarle las vitaminas que él le había pedido. Sobre su relación con Mainat a fecha de lo sucedido, todo apunta a que se habían separado y que estaban con el papeleo del divorcio, por lo que en un futuro Ángela no tendría acceso a la herencia multimillonaria del productor. La policía cree que este podría ser el móvil del crimen fallido, pero el caso está todavía en fase de investigación. Ángela se declara inocente. Asegura que eran vitaminas y que lo sucedido fue un accidente. Después vino lo de ahogar las penas con un chico de compañía, o escort, que se metió en su casa, e invitó a su novia rusa.
Inyecciones, millones y prostitución, pelucas y croissants: un cóctel explosivo para un vodevil que promete deparar muchos capítulos más, por mucho que Mainat quiera pararlo.
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