Visto y Oído
SoniaSonia
Vivió el fútbol según Sevilla un fin de semana para el recuerdo. Se sucedieron matices de todo tipo, pero todos con un final feliz compartido por ambas devociones. El sábado vibró Nervión en el adiós de su futbolista más importante con la guinda del triunfo. Fue gracias a un chaval que bebió de las mismas ubres que las que nutrieron al que se iba y con sede en la carretera de Utrera, un canterano que le sacó las castañas del fuego al Sevilla.
Veinticuatro horas después iba el Betis a una misión de esas que se esperan complicadas... si no imposibles. Y cuando la moneda tomó tierra iba a mostrar la cara de un equipo que ha labrado gran parte de su historia en la irregularidad, eso de pasar de la sima a la cima cuando menos se espera. Y con la enfermería aún llena de jugadores importantes, la tropa de Pellegrini volvió a ser orquesta para, aliada con la heroicidad, sacar los tres puntos del feudo de un enemigo directísimo.
Ocurrió en el día del reencuentro con Ayoze para que emergiera fulgurante la figura de Giovanni Lo Celso. Tarde complicada por la torticera labor del árbitro en complicidad con el VAR. Porque vamos a ver, ¿para qué sirve el VAR si no es para subsanar errores de gravedad? Y el error del balear Cuadra se concatenó con el del ciudadano Pizarro al inhibirse de aquello para lo que fue designado, que el artilugio subsane y no manipule, arregle y no descomponga un partido.
Explicable que el tal Cuadra tirase de roja por la aparatosidad de la entrada de Ávila, pero inexplicable que el VAR no le sacase del error. Y con más de una hora por delante y un montón de centímetros en el ataque levantino, el partido entró de lleno en el apartado de la heroicidad para que surgiese el Betis que desean los béticos. Y con ese triunfo se le ponía punto final a un fin de semana que llenó de alegría a las dos aceras de esa pasión única que es el fútbol según Sevilla.
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