Veinticinco años y ahí andamos

Veinticinco años después conservamos muy fresco el recuerdo de una noche para la historia. Una noche en que se le pararon los pulsos a esta ciudad en plena interpretación de su papel de Jerusalén efímera. No había pasado nunca que una manifestación vandálica irrumpiese en la celebración para instalar en el pánico a toda una ciudad. Con el tiempo, la Madrugada aquella se convirtió en Madrugona y cada víctima es una historia, cada uno de cuantos cayeron abatidos cuentan aquello como les fue. Han pasado veinticinco años y nadie sabe a ciencia cierta por qué ocurrió aquello. Hoy se presenta una nueva versión de cuanto ocurrió en aquella triste Madrugada y es obra de un buen conocedor de la cosa, de Juan Miguel Vega. Y lo único que sabemos de aquello es que obligó a tomar medidas impensables hasta ahí.