La ventana
Luis Carlos Peris
La Navidad como pata de un trípode
Vuelve el fútbol que más interesa al aficionado y lo hace con un partido muy rico en connotaciones especiales, demasiado especiales diríamos. Siempre un Valencia-Betis era plato de gusto en LaLiga, pues han sido muchos los encuentros y bastantes los desencuentros entrambos. Descensos por medio y hasta una final copera de cuño reciente para que el interés compartido sea un hecho cada vez que el calendario los une.
Pero lo de este partido a la hora del almuerzo no tiene nada que ver con lo ocurrido anteriormente. Lo de hoy es una lucha a brazo partido con los sentimientos, que aflorarán incluso cuando el fragor de la batalla esté en su apogeo. Con Valencia viviendo un drama que ha consternado ecuménicamente se pondrán en juego unos puntos ligueros que a quien más interesa es al que ha protagonizado el papel de víctima del criminal tsunami sufrido hace poco menos de un mes.
Y tras el minuto de silencio más espeso de cuantos se han producido, dos equipos en busca del botín en juego. Más necesitado el Valencia que con el pírrico bagaje de siete puntos cierra la tabla frente a un Betis bien colocado, pero que llega a la capital del Turia con el oneroso bagaje del no hay billetes en la enfermería. Demasiadas cuerdas rotas para que el violín suene adecuadamente, pero no hay más remedio que insistir en que un problema sin solución deja de ser problema.
Al final serán once contra once los que contiendan sobre la yerba de Mestalla y bajo la espesura de un ambiente poco futbolístico. Pero la vida continúa y, posiblemente, continuará para que los recuerdos pretéritos pleiteen con las fracturas presentes. Un partido en el que lo deportivo tratará de volar sobre un universo de luto para que el fútbol logre ponerle paños calientes a la tragedia de un pueblo que acudirá a Mestalla con el corazón contrito y la lágrima a punto.
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