La única exclusiva de mi vida

Manuel Clavero, Manuel Losada Villasante, Francisco Correal y Manuel Olivencia conversan en la redacción de‘Diario de Sevilla.
Manuel Clavero, Manuel Losada Villasante, Francisco Correal y Manuel Olivencia conversan en la redacción de‘Diario de Sevilla.

03 de octubre 2024 - 03:03

Lo primero que publiqué en Diario de Sevilla no lo publiqué en Diario de Sevilla. Estábamos en la vorágine de los números cero, que es como la pretemporada de un periódico, esos números platónicos, portadas de fogueo, como jugando a periodistas. Estábamos a finales de enero y envié al Diario de Cádiz, el buque-matriz de estos astilleros de papel, un texto que titulé “El año de la muerte de Alberto y Ascen”. Le tomé prestado a Saramago el título de su novela sobre Ricardo Reis para recordar el primer aniversario del crimen de un joven matrimonio que paralizó una ciudad que lloraba a jarros con la complicidad de la lluvia.

Siguieron los números cero y llegó el parto el 28 de febrero de 1999. Cambiaron los escenarios de las guerras, de los Balcanes a Ucrania y Oriente Medio. Recuerdo el bautizo ese 28-F en el palacio de San Telmo. La alegría de don Manuel Clavero, padrino de la criatura. Un bético, Fernando Sánchez Cipitria, celebraba en portada un gol al Real Madrid. Una metáfora de la derrota del centralismo.

El Sevilla perdió en Badajoz en Segunda, pero en este primer cuarto de siglo conquistaría siete cetros europeos.

Si Paul Auster decía que un hotel es la promesa de un mundo mejor, un periódico es la garantía de un presente más llevadero. Con sus miserias, con sus grandezas. El periodismo es una enfermedad que lleva su propio antídoto. Como en el amor, hay que hacer el primer periódico como si fuera el último, como si no hubiera un mañana, pese a que renunciemos al anacronismo del ayer tuvo lugar.

Por eso quiero recordar a mis primeros, robándole el título de su programa a Charo Padilla, la primera (y única) mujer que ha pregonado la Semana Santa de Sevilla. Enriqueta Vila fue la primera huésped de la sección En Persona; con Enrique Valdivieso, que al final de la tarde tenía turno en la Caridad, inauguré la serie de Paseos por Sevilla; con José Ignacio Ustaran empecé a darle la vuelta a la plaza de España contándome en el banco de Álava su particular versión de A sangre fría o cómo unos etarras, la misma banda que mató a Alberto y Ascen, sacaron a su padre de casa en Vitoria, lo asesinaron y la familia se trasladó a Sevilla.

El centenar largo de viajes a los barrios de Sevilla lo empecé en Marqués de Pickman, con el novelista y farmacéutico Manuel Machuca como sherpa particular. Antonio Rodríguez Almodóvar abrió la serie Plaza Nueva, 123 relatos de quienes fueron alcaldes o concejales de la ciudad. Nunca supe cómo se llamaba el conductor de la línea 1 de Tussam con el que empecé la serie Viaje al centro de la Tierra. He dado muchas exclusivas: así llamo a la primicia de sacar por primera vez a alguien en las páginas de un periódico. Como cuando salió mi nombre por primera vez en el diario Lanza de Ciudad Real con este titular: “La Fuente Agria, desjarrada”. La única exclusiva de mi vida. Además de descubrir al barón de Tormoye.

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