Tres puntos en una tarde histórica

Fue una tarde que se presagiaba histórica y que así salió, pero con una carga sentimental estratosférica. Se combinaron dos factores esenciales para la redondez del acontecimiento. Y es que a la despedida de la leyenda mayor que registra el sevillismo se iba como mejor sienta, con los tres puntos ganados. Tres puntos que saben a gloria, que es el complemento ideal para una tarde histórica y con gol de un canterano, un homólogo del que se va.

Se iba entre lágrimas Jesús Navas en una decisión tan sublime como obligada por un físico que ya dio bastante de sí. Y la tarde arrancó con malas vibraciones, ya que el Celta le daba sopas con honda al Sevilla, que se aliaba con la madera para que un cabezazo de Durán dejara temblando el maderamen sevillista. Franca superioridad de los gallegos y un Sevilla demasiado de circunstancias agravadas por la bomba de una sanción a tres futbolistas por algo que pasó hace mucho.

Y García Pimienta, que está demostrando que sabe qué tecla tocar casi siempre recompuso un equipo en el que la mayor novedad era el jerezano Manu Bueno. Y bendita decisión, ya que el neófito agarró un zurdazo raso y con rosca venenosa que iba a ser el gol de un triunfo que iba a celebrarse como si fuese un título, uno más en la larga ristra que el Sevilla empezó a atesorar una noche de mayo en Eindhoven en la que jugaba de extremo un joven llamado Jesús Navas.

Un joven que se va a su casa con una inmensa cantidad de títulos ganados con tres camisetas, la suya de siempre, la del City y la de la selección española. Las lágrimas de Jesús en la fría atardecida decembrina adobaron una historia repleta de rasgos sentimentales con la guinda del triunfo. Esa atardecida del sábado 14 de diciembre del bisiesto 2024, festividad de San Juan de la Cruz, ya figura con letras de oro en la vida y milagros del Sevilla, del Sevilla Fútbol Club.