Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Voces
En los últimos cinco años, Andalucía ha comenzado una transformación económica que permite encarar mucho mejor el presente y divisar un futuro muy halagüeño.
Pese a que queda mucho camino por recorrer, los datos económicos confirman que hemos tomado el camino correcto. Y también que es esencial mantener este impulso para abordar los enormes desafíos a los que esta Administración aún debe hacer frente.
Hemos conseguido cambiar muchas cosas. La primera de ellas, lograr que Andalucía volviera a ser motivo de orgullo para los andaluces y un espejo en el que se mirara el resto. Y ya lo es. Andalucía es hoy la tierra optimista que no debió dejar de ser nunca, una tierra de gente trabajadora, emprendedora, luchadora… una tierra en la que los empresarios confían para invertir, para crecer y para expandir sus negocios. Hoy, Andalucía es estabilidad, es seguridad jurídica, es moderación y es confianza. Atrás quedó el río de titulares donde el fraude y despilfarro del dinero público eran los protagonistas. La nuestra es ahora una tierra con otra historia.
Hemos logrado restaurar la confianza en las instituciones andaluzas y también se ha conseguido establecer una necesaria colaboración con el tejido empresarial y que éste sea consciente de que la Administración autonómica es su aliada y no su enemiga. Ayudar es, sobre todo, no estorbar. Facilitar el trabajo e intervenir sólo cuando sea necesario. Menos impuestos, menos burocracia, más mecanismos de financiación e incentivos eficaces para las empresas… Esa es nuestra manera de ayudar.
Andalucía goza de la estabilidad que le confiere contar con unos presupuestos aprobados en tiempo y forma, con la cifra más alta de la historia: 46.753 millones de euros. Al mismo tiempo, hacer de la excelencia en la gestión del dinero público una seña de identidad ha sido otro de los grandes desafíos a los que se enfrentó este Gobierno, más aun teniendo en cuenta la difícil situación que heredamos de partida. El esfuerzo por contener la deuda (35.000 millones heredados de los anteriores gobiernos) y por destinar cada euro de los andaluces a lo que realmente hace falta (seis de cada diez euros de los últimos presupuestos para gasto social o más de 6.000 millones destinadas al apoyo del tejido productivo por segundo año consecutivo) son ya sinónimo de la Marca Andalucía, una Andalucía para la que los recursos públicos son sagrados.
Son hitos que, lejos de conducirnos al triunfalismo, nos recuerdan cada día que aún tenemos que seguir superando obstáculos y abordar los tantos desafíos pendientes que debemos afrontar para mantener la senda de crecimiento. Porque Andalucía, y esto es innegable, ha iniciado un proceso de convergencia tanto a nivel nacional como europeo. A pesar de contar con un sistema de financiación autonómica injusto y muy perjudicial para Andalucía (cada año los andaluces dejan de ingresar 1.000 millones de euros por parte del Estado) y pese a que en estos últimos años hemos padecido una de las mayores crisis económicas de la historia, las consecuencias de una inflación descontrolada y una sequía que nos afecta especialmente por la peculiaridad de nuestro tejido económico,
Andalucía ha avanzado casi un punto en convergencia con la media española entre 2018 y 2022 (del 74,1 al 74,9). Y lo que es más importante, la competitividad ha mejorado: en términos de competitividad regional, Andalucía ha pasado del 71,7% al 76,6% entre 2020 y 2022, evidenciando un ascenso constante. Hoy, el nivel de PIB andaluz se sitúa ya un 2,3% por encima de la cifra prepandemia, dos décimas más que la media nacional. En los tres primeros trimestres de 2023, la economía andaluza ha registrado un aumento real del PIB del 2,7%, superior a la media nacional y más de cuatro veces del registrado en la zona euro y la UE. La economía andaluza es la tercera de España en cuanto a PIB nominal, con 180.244 millones en 2022, casi 20.000 más que hace cuatro años.
Andalucía ha batido récord de empresas hasta alcanzar las 545.500 sociedades en noviembre, y lidera el descenso de parados en España, registrando una tasa de paro del 18,67%, la más baja desde 2008 y reduciendo el número total de desempleados por debajo de los 700.000, cifra de la que no se bajaba desde 2007. Simultáneamente, el empleo ha alcanzado niveles récord con casi 3,4 millones de ocupados, un aumento del 8,4% desde 2018. Esto representa 260.872 ocupados respecto a hace cinco años. También en el ámbito laboral, Andalucía destaca hoy como líder en el número de autónomos, con un aumento del 7,8% (44.723 más) desde 2018.
La región es clave en el comercio internacional y ha registrado cifras históricas en exportaciones en este último lustro, a pesar de los estragos que está causando la sequía. En 2022, el volumen de negocio con el extranjero alcanzó casi 43.000 millones de euros y, en los primeros 10 meses de 2023 se han generado más de 31.700 millones de euros, el segundo mejor registro histórico. Andalucía cuenta con 5.792 empresas exportadoras habituales, grandes embajadoras de Andalucía por todo el mundo que copan el 88% de las ventas internacionales.
La revolución fiscal rigurosa y progresiva del Gobierno que preside Juanma Moreno, con seis bajadas de impuestos aprobadas, ha demostrado que es posible bajar los impuestos a la vez que se mejora la financiación de los servicios públicos fundamentales de los andaluces. De hecho, la recaudación ha aumentado en casi 7.800 millones de euros más entre 2019 y 2022 en comparación con el período anterior. Andalucía ha pasado de ser un infierno fiscal a ser la segunda comunidad en la que menos impuestos se pagan, según Tax Foundation.
Al mismo tiempo, Andalucía ha demostrado una gestión prudente de sus finanzas, reduciendo la proporción de deuda sobre el PIB del 22,1% en 2018 al 19,6% en el tercer trimestre de 2023. La región genera menos deuda nueva cada año y ha disminuido las necesidades de refinanciación, por lo que todos estos recursos que nos ahorramos en pagar los intereses de la deuda, los invertimos en servicios para los andaluces. El reconocimiento internacional de esta gestión ha llegado de la mano de la prestigiosa agencia Standard and Poor’s, que ha elevado la calificación de la Junta de Andalucía de BBB+ a A-.
Andalucía ha logrado también avances significativos en la lucha contra la pobreza (con una reducción de 5,9 puntos en la tasa de riesgo de exclusión social entre 2019 y 2022) y más convergencia en la renta por hogar en Andalucía, que ha crecido un 15%, mientras que en la media de España lo hace al 10%. Ello nos ha permitido aumentar la convergencia, si en 2019 estábamos en el 81.7% de la media, en 2022 estamos en el 85,2%. El abandono educativo temprano ha alcanzado un mínimo histórico: el 15,3% en 2022, frente al 21,9% de 2018.
Son datos positivos que, sin embargo, no deben analizarse como foto fija, sino como el mejor testimonio de una evolución clara y constante. No en vano, la economía andaluza ha debido esforzarse mucho más para alcanzar estas cotas, porque partía de una situación extrema. Cinco años atrás, los vaivenes económicos nacionales e internacionales le repercutían negativamente mucho más que al resto de autonomías. Ahora, Andalucía soporta mejor dichas adversidades y en no pocas ocasiones crece por encima de la media española.
Andalucía puede resumir estos últimos cinco años como la historia de una transformación, una transformación que no sólo es motivo de celebración, sino también una llamada a seguir trabajando hacia un futuro aún más próspero.
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