Visto y Oído
SoniaSonia
Qué profunda emoción recordar el ayer, cuando todo en Venecia me hablaba de amor. Eso lo bordaba la garganta privilegiada del gran Charles Aznavour en un canto a la capital del Véneto. Y ya que andamos con Venecia nos imaginamos a Sevilla como su fiel seguidora en un aspecto indiscutible, el de la masificación turística. Pero no es sólo por ahí la emulación, sino que se le añade un mimetismo más en cuanto llegan las lluvias y Sevilla se convierte en lacustre. Los charcos se multiplican por doquier en señal inequívoca de la deficiente pavimentación. Hubo una vez en que repavimentaron el Molviedro y el encargado de recepcionar las obras no se percató de que el único sumidero estaba instalado en el punto más alto de la emblemática plaza. Y así, claro, lagos por doquier, una Venecia de tierra adentro.
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