Manuel Campo Vidal
Valencia: además, catástrofe comunicacional
Viendo lo que vemos estamos seguros de que la Historia demandará a los que han conseguido algo que parecía impensable, la despersonalización de una ciudad. Una ciudad que se caracterizó siempre por sus señas de identidad dentro de un ADN incuestionable que la hacían relevante dentro del concierto de ciudades con encanto. Encanto y personalidad que van diluyéndose con el paso del tiempo mientras tiende a convertirse en un parque temático donde el sevillano está de más. Por supuesto que el reconocimiento a lo que el turismo representa en las cuentas de la ciudad no falta, pero sí hay que mostrar el dolor de ver cómo Sevilla se despersonaliza para que al paso que lleva esta deriva tengamos que rememorar aquello de Antonio Machado de “Oh maravilla, Sevilla sin sevillanos, la gran Sevilla”. ¿Verdad?
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