De Sevilla a Roma

23 de marzo 2025 - 03:12

Los hermanos y hermanas mayores de las hermandades sevillanas (no sólo de Penitencia) asistieron a una reunión en el Palacio Arzobispal y se hicieron una foto de familia el pasado viernes en la plaza de la Virgen de los Reyes. ¿Y para qué era ese acto? Era una oportunidad para unir a las hermandades como pórtico al Jubileo de las Cofradías en Roma. El acto fue convocado por el Arzobispado, el Ayuntamiento, el Consejo de Hermandades y Cofradías y la Hermandad del Cachorro. Se quería testimoniar que el jubileo no sólo servirá para organizar una procesión en Roma en la que participará el Cachorro, sino también el valor que tiene para las hermandades y para Sevilla.

Después del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, que se celebró en diciembre, ha quedado de manifiesto que en Roma se mira con comprensión a las hermandades. El congreso no sólo sirvió para encontrarnos en las calles con la Virgen de los Reyes, Gran Poder, Cachorro, Macarena y Esperanza de Triana, además de las patronas de Lora del Río, Dos Hermanas y Utrera. El Congreso en sí mismo fue muy importante. Por las intervenciones del enviado del Papa, monseñor Edgar Peña, y de otros cardenales y personalidades eclesiásticas de primer nivel. Porque le entregaron la Rosa de Oro a la Esperanza Macarena, poniéndola al nivel top que se merece, junto a las principales devociones marianas del mundo. Pero, además, se llevaron a Roma la idea de que las cofradías de Sevilla están actualmente en la vanguardia de la Iglesia católica.

Sí, en la vanguardia, no en el furgón de cola. Las hermandades y cofradías de Sevilla son el modelo para la piedad popular en el mundo. Por el arraigo que tienen en la ciudad, en Andalucía, en España y en la Humanidad. Y porque esas hermandades canalizan la devoción de miles de personas. Como se suele repetir, son un dique de contención contra el ateísmo. Y frente a la actitud farisaica de un cristianismo de supuesta élite, que a veces las ha menospreciado. Ha quedado de manifiesto que ser serios no es ser tristes, que se puede practicar la penitencia con alegría, que se puede evangelizar deleitando. La belleza no es incompatible con la fe, sino que se puede llegar a la fe a través de la belleza. Y unir la liturgia solemne con la formación y la caridad.

En Sevilla, la piedad popular se adapta a la sociedad contemporánea. Aunque sin renunciar a lo esencial. El mundo avanza y no tenemos las mismas costumbres que en los tiempos de Poncio Pilato. Hasta el arzobispo, monseñor Saiz, utiliza las redes sociales, y no piensa que sean un invento del Maligno. Todo depende del uso que le demos.

El Jubileo de Roma será una oportunidad para conquistar el corazón de la Iglesia. Y es evidente que con el papa Francisco (al que suelen calificar de progresista los que simplifican y politizan la religión) ha alcanzado un reconocimiento mayor que en el siglo pasado.

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