El Sevilla y sus dos caras de Montjuic

22 de octubre 2024 - 03:06

Parecía que esta vez sí sería posible que el Sevilla consiguiese algo de provecho en Can Barça, pero la ilusión se desvaneció antes de lo deseable y por un lance claramente evitable. Suele decirse que los delanteros son ciertamente peligrosos cuando deciden echar una manita en defensa. Eso le ocurrió a Peque y el partido giró ciento ochenta grados para encaminarse hacia la repetición de una historia muchas veces vivida.

Más de veinte años sin cantar bingo en el Camp Nou y ahora, en Montjuic, ocurrió un más de lo mismo. El buen Sevilla que Pimienta plantó duró lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks (Sabina dixit). No perdonó Lewandowski y ahí, minuto 24 en todos los relojes de Montjuic, se acabó un buen Sevilla para que apareciese ese más habitual al que tanto cuesta acostumbrarse. O sea, el pan nuestro de cada día cuando toca ir al dentista (Caparrós dixit).

Y entre cita y cita se fue desvaneciendo un Sevilla que, visto lo que vimos en Barcelona, da pie a la ilusión. Sólo falta que crea más en sí mismo y que aguante a pie firme cada inconveniencia que aparece en su camino. Me quedo con el Sevilla de antes del penalti de Peque porque del que apareció después mejor no darle crédito. Demasiado visto como para pensar que no dará García Pimienta con la piedra filosofal que convierta al Sevilla en ese Sevilla que tanto desea el sevillismo.

Aunque este Barcelona esté plagado de niños, no nos cabría la menor duda de que la Masía es una fuente de talentos si no fuese por cómo piratean sus cazatalentos en caladeros ajenos. Ahora toca ir nuevamente a Barcelona, pero esa empresa nada tiene que ver con la de antier en la Montaña Mágica. Y en esta nueva incursión barcelonesa es donde el Sevilla no puede desperdiciar la ocasión de que aquellos 24 minutos de Montjuic se conviertan en los 90 de Cornellá.

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