Visto y Oído
SoniaSonia
En 2024 el sector bancario español se está moviendo, un año más, entre el cambio y la oportunidad, impulsado por una dinámica económica global en evolución, una complicada geopolítica y un entorno regulatorio en constante adaptación. La reducción de la liquidez oficial por parte del Banco Central Europeo (BCE) marcó un punto de inflexión, reactivando su función de intermediación tradicional y enfatizando la importancia de la captación de pasivos, especialmente los depósitos. Se tardó un tiempo para que la remuneración de ese ahorro se situara cerca de lo que otros bancos europeos estaban haciendo, pero la convergencia se ha ido produciendo. Las entidades financieras españolas partían de una posición sólida de liquidez por lo que su necesidad de captar depósitos minoristas era menos perentoria que en otros países. Asimismo, los bancos de nuestro país –al tener una oferta universal de servicios– pueden ofrecer otros productos de inversión para el ahorro que permite, en general, ofrecer mejores rentabilidades que los tradicionales depósitos. Hay una ventana de oportunidad para que los bancos refuercen su papel central en la economía. Por el lado del activo, aunque la demanda de crédito se desacelera, su relevancia permanece intacta y es crucial para el tejido empresarial. Los bancos tienen la oportunidad de demostrar su valor añadido, no solo como proveedores de financiación sino también como asesores de confianza para empresas, en un momento en que un apoyo financiero adecuado es más importante que nunca. Asimismo, deberán estar listos para el cambio de coyuntura monetaria previsible para el ejercicio en curso con probables bajadas de los tipos de interés, aunque estos seguirán estando elevados durante más tiempo.
Aunque gran parte del debate se centró en el aumento de sus beneficios –en un año excepcional, 2023, que difícilmente se replicará–, hay que tener en cuenta la coyuntura y la prudencia. La gestión del riesgo de crédito se posiciona entre los desafíos del sector, evidenciando una tendencia hacia un enfoque más cauteloso ante la posibilidad de futuras insolvencias. Se refleja en el incremento de las provisiones para créditos dudosos, que apunta a fortalecer la resiliencia ante posibles fluctuaciones económicas adversas. Hay también desafíos macroeconómicos. Los indicadores apuntan desde hace meses hacia una desaceleración económica que podría afectar diversos sectores, con potenciales repercusiones en la operativa y la rentabilidad del sector bancario. Este panorama macroeconómico incierto, marcado por un crecimiento económico más lento y una inflación que, aunque muestra signos de desaceleración, sigue siendo una preocupación, exige a los bancos una gestión de riesgos meticulosa y una estrategia de inversión adaptada a las nuevas realidades económicas.
Diversas tendencias se perfilan como determinantes para el sector en 2024. La digitalización sigue siendo un eje central, con una clara orientación hacia la mejora de la accesibilidad y la seguridad de los servicios bancarios. La consolidación de hubs (centros de servicios concentrados y más flexibles) emerge como una respuesta innovadora al cierre de sucursales tradicionales, ofreciendo un servicio más personalizado y cercano, especialmente en áreas rurales o menos urbanizadas. Estos espacios prometen transformar la experiencia financiera, combinando tecnología punta con un trato más humano. La inteligencia artificial es una herramienta clave para mejorar la eficiencia operativa y esa personalización, desde la gestión de cajeros automáticos hasta la anticipación de las necesidades de los clientes. Sin embargo, esta transformación digital no está exenta de desafíos y riesgos, particularmente en lo que respecta a la seguridad cibernética. La protección contra ataques, tanto físicos como digitales, se convierte en una prioridad absoluta, en un momento en que la tecnología financiera evoluciona a pasos agigantados
Más allá de estos desafíos operativos, el sector bancario español se encuentra en una posición privilegiada para liderar la transformación hacia una banca más digital, inclusiva y sostenible. La digitalización, lejos de ser un simple ejercicio tecnológico, se presenta como una oportunidad para redefinir la experiencia del cliente, ofreciendo servicios más personalizados, accesibles y seguros. La integración de la inteligencia artificial y las soluciones tecnológicas avanzadas debería permitir a los bancos anticiparse a las necesidades de sus clientes, mejorando la eficiencia operativa y la experiencia de uso. En este horizonte de cambio, la innovación en productos y servicios financieros, junto con un enfoque renovado en la sostenibilidad y la responsabilidad social, posiciona al sector bancario español como un motor de crecimiento económico y progreso social. La capacidad de los bancos para actuar como pilares de estabilidad y catalizadores de la innovación será fundamental para fomentar un entorno económico más resiliente y dinámico.
Las nuevas capacidades digitales deben permitir escalar nuevos negocios y actividades al sector bancario, en línea con lo que está ocurriendo en otras ramas de la economía. Es clave desarrollar nuevos productos y, sobre todo, servicios financieros rentables de utilidad para sus clientes, ya que el modelo de negocio tradicional lleva tiempo sin dar mucho más de sí, independientemente del impacto adicional negativo de los tipos de interés negativos hasta hace dos años. Y hay otros competidores en el ámbito tecnológico que meten presión a las entidades financieras con productos y servicios innovadores. En ese contexto, una de las principales vías de crecimiento del sector será el talento –en gran medida en el ámbito digital–, bien redefiniendo los recursos humanos ya existentes o alternativamente captándolo externamente. Con la fuerte competencia existente por el talento externo, está teniendo un papel crítico retener y reorganizar el interno. Talento para crecer y mantener la competitividad.
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