El parqué
La IA sube y el lujo baja
Tribuna Económica
Estamos construyendo una sociedad conservadora y aburrida, donde cada vez resulta más difícil encajar la innovación y la creatividad en la política, con sus consiguientes consecuencias adversas sobre el progreso. Viene a cuenta esta afirmación de los retrasos en las ayudas a los afectados por la dana y de conocer que todavía andan en La Palma esperando las ayudas urgentes que se prometieron en 2021. Todo ello a raíz del rechazo al “decreto ómnibus” con el que el Gobierno más bien parecía buscar poner en aprietos al Partido Popular que impulsar su proyecto de escudo social. Pero vayamos de lo general a lo particular.
El dilema que da título a esta tribuna es similar al que se plantea entre la eficiencia que proporcionó la globalización y la liberalización del comercio, que facilitaron el acceso al proveedor más barato en cualquier parte del mundo, y la seguridad, tras la crisis de los abastecimientos y la logística a raíz de la pandemia. La experiencia nos mueve hacia posiciones más conservadoras y seguras, basadas en el reforzamiento de las relaciones internas dentro de los grandes bloques regionales. Esta opción es reflejo de la preferencia por un proteccionismo conservador de puertas hacia afuera, del que Trump y sus aranceles son el mayor y más actual exponente, que contrasta con el impulso a la desregulación interna. La presión desregulatoria también se acentúa en Europa, aunque con resistencias puntuales, entre las que destaca la posición española.
Draghi y Letta arremeten en sus informes sobre el futuro de la Unión contra la perspectiva garantista que inunda la convivencia de regulaciones y perjudican la competitividad de la economía. Queremos asegurar nuestros derechos y bienestar, para lo cual hay que desarrollar un cuerpo regulatorio que ponga coto a la codicia de las empresas y, todavía más importante, a la ambición de los políticos. Innerarity ya había apuntado con anterioridad, en 2021 y refiriéndose a la política, la legitimidad de la intención, pero advertía del riesgo de promover una casta de políticos carentes de creatividad, entre los que la seguridad se erige en valor absoluto.
El exceso de normativa persigue empoderar a la ciudadanía mediante controles y exigencias loables de transparencia en la gestión, pero someter la iniciativa transformadora de la política al dictado de una regulación excesiva administrada por funcionarios puede provocar, sostiene Innenarity, la asfixia de la creatividad y la innovación ante el peso de la rutina. Planes como el de Acción por la Democracia con el que el Gobierno pretende combatir desinformación y bulos puede tener efectos similares sobre el sector privado.
K. Arrow demostró en 1950 (Teorema de la Imposibilidad) que no se puede obtener una función de preferencias sociales como guía para la acción política mediante la agregación de las preferencias individuales debido a sus efectos indeseables sobre la igualdad de oportunidades. Cabe concluir que, si un gobierno utiliza su potestad representativa para reprimir la creatividad mediante una regulación excesiva, sus consecuencias más probables serán que la libertad, la igualdad y el progreso resulten también perjudicados.
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