La ventana
Luis Carlos Peris
La Navidad como pata de un trípode
Rodri Hernández, sin duda el mejor centrocampista del momento, se ha cargado de razones del peor modo posible en su lucha contra el saturadísimo calendario, estirado cada vez más por el afán recaudatorio de la UEFA y la FIFA.
El metrónomo del Manchester City sintió que algo de su rodilla se rompía mientras acudía a rematar un saque de esquina en el partidazo ante el Arsenal. Tiene pinta de que Pep Guardiola, como también Luis de la Fuente, lo van a echar de menos un buen número de partidos. La tarde no paró ahí. En otro entretenido partido en Villarreal, el barcelonista Ter Stegen salta para blocar una pelota en el aire y en su caída, siente otro dolorosísimo chasquido en su rodilla derecha. El desgraciado portero alemán se quedó inmóvil en la yerba, consciente de la gravedad.
Las graves lesiones por golpes traumáticos, lo habitual en aquel fútbol más rudo del pasado siglo, han dado paso a demasiadas fracturas de ligamentos o huesos por simple estrés. Por acumulación de esfuerzos.
El gran problema de todo esto es que nos hemos habituado a consumir de forma desenfrenada en todos los órdenes de la vida. Que no soportamos esos nichos vacíos de tiempo. Los niños, los primeros. Pero también los adultos, que ya nos hemos acostumbrado a que todos los días haya partidos de fútbol y nos sentimos extraños cuando llega la noche sin un partidito que llevarnos a la boca. Las jornadas clasificatorias de selecciones se trocean en varios días por lo mismo: como todo se puede ver ya por televisión, las audiencias se elevan y esas cifras convencen a las grandes firmas para patrocinar, cuando no para anunciarse.
Rodri estuvo sobre los terrenos de juego, la pasada temporada, 5.028 minutos repartidos en 58 partidos, 8 de ellos con la selección. Esta campaña, la UEFA contesta a Rodri con una nueva Champions con más partidos y la FIFA replica con un delirante Mundial de Clubes 2025 con 32 equipos.
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