Revueltas

Podrá gustar o no David Broncano y su programa, pero hay que reconocer el valor que ha añadido este formato a la necesitada parrilla de La 1. Atrae nuevos espectadores, pone a la cadena pública en el mando, con un interés y una ‘necesidad’ de visionado que ya no generaba ni el hábito de los Telediarios. Contra todo pronóstico La Revuelta ha un sido aliciente, tras haber generado un cataclismo por su fichaje entre los consejeros socialistas de RTVE. La apuesta era alta. No sólo por los 14 millones de euros al año (que no justifica el despliegue salchichero del programa en sí) sino por ese recorte de veinte minutos al informativo principal de la cadena pública. El show ha encontrado respuesta y una fidelidad que apunta a una tendencia sólida para toda la temporada. Enhorabuena. Un púlbico fiel que acepta su humor, que se ríe con Broncano tal como hace él mismo de sus propios chistes (eso no es malo), agradecido con la complicidad de sus invitados.

La Revuelta es seguida a diario por una media sobre los 2 millones de espectadores. Entre ellos, con seguridad, los hay que se suman como seguidores de La Resistencia y otros que buscaban un espacio así a la hora de la cena porque el resto de la competencia les había dejado de interesar por agotamiento, por falta de novedades. No se puede caer bien a todo el mundo. En la tele lo saben. Pero también hay una parte de espectadores de La Revuelta que lo siguen con militancia, como si se tratara de un asunto de fidelidad al Gobierno, que es el que en definitiva designó que Broncano fichara por La 1. No es nada nuevo. En Canal Sur, por ejemplo, muchos nombres han sido impuestos por criterio del entorno de Moreno Bonilla, y eso lastra a la parrilla.

La Revuelta llegó con el calzador del interés político a TVE para contrarrestar a El Hormiguero, al que se le ha criticado que sea a su vez crítico con Pedro Sánchez. Y todo lo que rodea a esta programa, como sus mediciones de audiencia, tienen un carácter sectario que repele.