Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
Días atrás, en el debate sobre política exterior en el Congreso de los Diputados, Alberto Núñez Feijóo echó en cara a Pedro Sánchez la falta de referencias a las relaciones con Marruecos, y le hizo diez preguntas, entre ellas por qué el presidente cambió de criterio respecto al Sahara, cuándo se abrirán nuevamente las aduanas de Ceuta y Melilla con Marruecos, y cuándo se va a solucionar la crisis que mantiene España con ese país. Además de las preguntas, Feijóo insinuó que la política de Sánchez respecto a Marruecos estaba condicionada por asuntos personales, y dejó caer, como si nada, la palabra "teléfono".
Parte de quienes se mueven en los círculos políticos y parlamentarios sabían perfectamente de qué estaba hablando el jefe del Ejecutivo. Y qué significaba la palabra teléfono, que Feijóo pronunció de manera muy poco inocente.
Las relaciones entre España y Marruecos, difíciles y plagadas de incidencias, siempre se han resuelto por dos razones muy sólidas: la primera, que como países fronterizos y posiciones geoestratégicas relevantes están obligados a mantener una entente cordial. Segunda razón que explica que los problemas siempre se acaban solucionando: la relación fraternal entre las dos Casas Reales, fundamentalmente la que mantuvieron el rey Juan Carlos y Hassan II, que se trataban como hermanos y se ayudaron mutuamente en cuestiones muy delicadas, antes incluso de que don Juan Carlos asumiera la Jefatura del Estado.
Sin embargo, un acontecimiento sucedido hace dos años estuvo a punto de echar por tierra el difícil equilibrio: en mayo de 2021, en plena pandemia, aterrizó en Zaragoza, con documentación falsa, Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, enemigo encarnizado de Marruecos como dirigente saharaui y amigo por tanto de Argelia. Fue conducido a un hospital de Logroño para ser atendido por estar afectado de Covid... y a las pocas horas ya conocía Marruecos esa información aunque la operación, coordinada por el Ministerio de Exteriores español se había realizado de forma clandestina.
Marruecos retiró a su embajadora en Madrid y exigió no sólo explicaciones sino también el cese de la ministra González Laya. Desde Madrid se intentó suavizar el clima, conscientes de que Mohamed VI podía utilizar armas políticas que colocarían en una situación complicada al Gobierno español, entre ellas cortar la colaboración en la lucha contra el terrorismo yihadista o el control de las masas de inmigrantes que permanente tratan de entrar ilegalmente en España.
Apenas un año más tarde, Pedro Sánchez viajó a Marruecos, donde mantuvo una reunión con Mohamed VI. Poco después el Palacio Real marroquí anunció que el Gobierno español hace suya la posición de Marruecos respecto al Sahara: la antigua colonia española será territorio marroquí con una amplia autonomía. Rompe así Sánchez con la posición que han mantenido todos los gobiernos españoles, la misma que defiende Naciones Unidas.
Que Marruecos diera la noticia antes que La Moncloa fue todo un aviso de Mohamed VI a Sánchez: no estaba contento con la posición española respecto a las relaciones con su país. Meses más tarde volvió a demostrarlo: el pasado otoño, Sánchez viajó a Marruecos, donde supuestamente iba a reunirse con el rey... pero Mohamed VI se encontraba de vacaciones en su palacio de Cabo Verde y no demostró la menor intención de desplazarse para ver al presidente español. Finalmente mantuvo una reunión con Sánchez ya en 2024, cuando le pareció oportuno al marroquí. Que avisó de su disponibilidad con apenas una horas de antelación.
Entre todas estas idas y venidas se produce una noticia que conmociona la política española: Pegasus ha llegado a nuestro país.
El Pegasus es un programa israelí que permite hacerse con el control de los teléfonos ajenos, un elemento importante de espionaje nacional e internacional porque no tiene acceso a la información que guarda un teléfono, sino que se "apropia" de él, lo que significa que también se puede interactuar con él a conveniencia. Israel lo ha puesto a disposición de quien lo quiera comprar, supuestamente sólo a gobiernos para que puedan utilizarlo para luchar contra el terrorismo y contra la delincuencia internacional, pero existe la certeza de ha llegado a manos ajenas a instituciones y organismos gubernamentales.
Hace un año se detectó que personas de relevancia política y económica habían sido espiados a través de Pegasus, y el Parlamento Europeo por una parte y el CNI por otra llegaron a la conclusión de que Marruecos había empleado el programa Pegasus para espiar a Sánchez y a los ministros Robles y Marlaska, así como a varios dirigentes independentistas catalanes, entre ellos el president, Pere Aragonés, y Carles Puigdemont.
Más allá del escándalo que provocó esa noticia, los independentistas la utilizaron como nueva arma victimista con la que atacar al Gobierno y a sus servicios de Inteligencia, aunque supuestamente era Marruecos el país que había promovido el espionaje. Paralelamente empezaron a circular bulos, todos ellos en el mismo sentido: la explicación de que Sánchez hubiera cambiado su política respecto al Sahara y aceptara sin un mal gesto los desplantes de Marruecos, las promesas incumplidas, la no apertura de las aduanas de Ceuta y Melilla o la permisividad a los inmigrantes que pretendían entrar en España, se debía a que a través del teléfono de Sánchez Marruecos disponía de información muy sensible, parte de ella de tipo particular relacionada con su mujer, Begoña Gómez. El presidente del Gobierno podría estar sufriendo algún tipo de chantaje.
¿Cierto, falso? Nadie lo sabe, nadie concreta qué tipo de información podía preocupar tanto a Sánchez y hasta dónde estaba dispuesto a llegar el presidente para impedir que trascendiera.
Algún día se conocerán las razones exactas del cambio de actitud de Sánchez respecto al Sahara, y si tiene algo que ver con el programa Pegasus y el contenido de su teléfono. Se conocerán también de dónde proceden los rumores sobre los negocios de su mujer que supuestamente aparecen en el teléfono del presidente, y si están vinculados con los que aparecen estos últimos días, relacionados con ayudas del Ejecutivo a las empresas que patrocinan sus masters o son de otro tipo.
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