La ventana
Luis Carlos Peris
La Navidad como pata de un trípode
Estamos a un mes del sorteo de la Lotería y, por ende, del adiós definitivo de Jesús Navas. Será si las cosas fluyen con normalidad en el Santiago Bernabéu, ¿dónde mejor? Vivimos el último mes en la carrera de Jesús Navas y será mediante un programa lleno de actos que va desde un homenaje en coche de caballos a la presentación de un libro. Un nutrido programa que tendrá su traca más ruidosa cuando el Sevilla reciba al Celta el 14.
Se cumplirán mañana veintiún años del debut de Jesús con el primer equipo. Visitaba el Sevilla de Joaquín Caparrós en el Olímpico de Montjuïc al Espanyol hoy de Cornellá y entonces de Barcelona. Era un Sevilla en reconstrucción con José María del Nido ya presidente tras suplir a Roberto Alés. Un Sevilla que vivía en dura economía de guerra, ya que por entonces no se había producido aún ese traspaso de Reyes al Arsenal que sería la piedra angular donde levantar un coloso.
Entró Jesús en el minuto setentaitantos sustituyendo a Paco Gallardo, lo que sería premonitorio ya que al poco sería también supliendo al de Bellavista como debutaría Sergio Ramos en Riazor. Por cierto que ambos debuts acarrearían sendas derrotas por la mínima. En ésta de Montjuïc sería el marfileño Domoraud quien anotaría en el alargue de poderoso testarazo, mientras que sería Diego Tristán el que amargó la visita a Riazor en el primer día de Sergio en Primera División.
Me tocó levantar acta de cuanto hizo Jesús como visitante bajo el estandarte del primer equipo blanco. Y así como siempre recordaré aquel golazo de Reyes también en Montjuïc no se me olvidará nunca cómo un zurdazo de Jesús batió la portería del Athletic en plena Catedral. Nunca crucé conversación alguna con el palaciego, pero es un futbolista que me encandiló desde el minuto uno, sobre todo porque ya ahí me pareció un pelotero distinto y eso siempre cotiza al alza.
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