Tribuna Económica
Carmen Pérez
“I n Gold We Trust”
Desde Vinaroz al Segura se ha convertido en terreno enlutado por la terrible DANA que ha asolado toda la Comunidad Valencia, ergo el fútbol no tiene sitio hasta que no pase este tiempo de duelo. Y lo que ha sido más extraño es que la duda haya campado a su antojo sobre las seseras de quienes manejan este juego sin igual. Y el hecho de que en medio de todo estuviese un Valencia-Real Madrid movía aún más a la extrañeza.
Confirmado que el fútbol es el artículo más importante entre las cosas menos importantes, la paralización de toda esa Liga que se libra en dicha Comunidad entra de lleno en la normalidad, en que las cosas sean como deben ser aunque la suspensión no levante el ánimo y que habrá quien añore quedarse sin fútbol este fin de semana. Es más, creo que no serán pocos los que se quejen de la privación de su juguete preferido, pero la medida habla bien de cómo ha primado la normalidad.
Con la masiva caída de tacos de almanaque parece que el funcionamiento es más lógico y recuerdo cómo hubo una vez en que el árbitro de turno se mató en accidente de tráfico y se buscó sobre la marcha un sustituto para que un Osasuna-Real Madrid se jugase. El fallecido era el más popular de cuantos trencillas componían el escalafón, nada menos que Emilio Carlos Guruceta Muro y con él de cuerpo presente hubo fútbol copero aquella noche de invierno en El Sadar.
Por datos como ese congratula la suspensión del fútbol en la zona dañada y las cosas están de forma que esgrimir cómo el apretado calendario desaconseja las suspensiones suena mal, exageradamente mal. Es tan fuerte el papel del fútbol en la vida nuestra de cada día que la medida sólo choca por las dudas que retrasaron confirmar la decisión. Es de un dramatismo casi insólito la catástrofe que ni siquiera un Valencia-Real Madrid justificaba su celebración.
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