
Rafael Salgueiro
Nuclear sí, por favor
Resulta sorprendente lo que está sucediendo en torno al planificado cierre de la central nuclear de Almaraz. Por una parte, el Ministerio es renuente a modificar su calendario de cierre de centrales, a pesar de que las circunstancias hayan cambiado sustancialmente desde el momento en el que fue establecido. Por otra, el gobierno autonómico está dedicando sus mejores esfuerzos a defender que continúe en operación, y a buscar apoyos para esta causa. Digo sorprendente porque la intención del ministerio no parece estar basada en las razones técnicas, ambientales y económicas que cabría esperar, y también porque no parece lógico que tenga que ser un gobierno autonómico el que defienda, casi por si solo, una causa que afecta a toda la nación.
Está claro que la situación sería muy diferente si estuviésemos hablando del cierre de Ascó o de Vandellós, ambas en Cataluña. Dudo mucho que los partidos independentistas –temporalmente sosegados– aceptasen prescindir de la principal forma de generación eléctrica de esa comunidad, ya que solo podrían reemplazarla de tres formas: centrales de ciclo combinado apoyadas en la capacidad de la planta de regasificación de Barcelona; generación renovable, ampliando enormemente su capacidad actual, y –horreu–- dependiendo del suministro eléctrico del resto de España, porque ni en sueños podrían suministrarse con suficiencia desde Francia. Esos partidos no están prestando apoyo al gobierno extremeño, quizá porque confían en que cuando les toque ya se habrá constatado el error de cerrar una central nuclear con una larga vida operativa por delante.
A estas alturas, empiezo a no tener claro cuál es en realidad el objetivo que persigue la transición energética en nuestro país. ¿Aumentar nuestro grado de electrificación? ¿Aumentar la generación eléctrica libre de emisiones? ¿Aumentar la generación renovable? Pues resulta que la generación nuclear sirve espléndidamente a estos tres objetivos. En primer lugar, es una generación firme, prácticamente libre de interrupciones no programadas y, por tanto, previsibles; en segundo lugar, no produce emisiones de gases de efecto invernadero., y, en tercer lugar, es la única alternativa de la que disponemos hoy en día para mantener la estabilidad de la red, junto con la combustión de gas natural y una vez abandonado el carbón. La generación renovable es intrínsecamente no gestionable, no completamente predecible y tiene sus propios horarios de funcionamiento, de forma que resulta necesario mantener otras formas de generación eléctrica. Es cierto que se están haciendo progresos extraordinarios en el almacenamiento en baterías, pero todavía estamos distantes de que sean una solución completa. También estamos progresando en las centrales hidroeléctricas reversibles, pero los proyectos de esta naturaleza requieren cuatro o cinco años de construcción. En otras palabras, con el cierre de centrales nucleares vamos a hacer acrobacias sin red de seguridad porque no podemos estar seguros de que tengamos la capacidad de almacenamiento necesaria para compensar su ausencia. Además, estaríamos prescindiendo de una forma de generación que ni impide ni limita el crecimiento de las renovables solar y eólica, sino que permite transitar de forma segura hacia ellas, si es lo que se desea.
Posiblemente, el objetivo perseguido sea una electrificación exclusivamente basada en renovables, camuflado en la meta de reducción de emisiones hasta alcanzar cero emisiones netas. Pero es necesario tener en cuenta algunas consideraciones al respecto. El aumento de generación solar y eólica va a requerir una considerable ampliación del número de instalaciones y, por lo que estamos viendo, yo no son acogidas con tanta facilidad como lo fueron hasta hace pocos años. En el caso de la fotovoltaica ya ha nacido y quizá será creciente la controversia entre generación de energía y producción agrícola; en cuanto a la eólica tendremos que promover la eólica marina aún con las dificultades derivadas de la exigua plataforma continental de la península Ibérica y la oposición local ya manifestada hacia este tipo de proyectos. Los mejores lugares para la eólica terrestre ya están siendo utilizados en buena parte de los casos –en estos solo cabría una repotenciación anticipada– y las nuevas localizaciones no están totalmente exentas de oposición.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que una central nuclear produce energía durante unas 8.000 horas al año, mientras que una eólica lo hace durante 3.000 y una fotovoltaica durante 2.000 (con suerte en ambos casos). Esto quiere decir, simplificando mucho las cosas, que necesitaremos instalar bastante más potencia eólica o fotovoltaica que la nuclear que sea reemplazada. Dado que están dispersas en el territorio, se hace necesario construir nuevas redes y ampliar la capacidad de buen número de las existentes. Además, habrá que construir las instalaciones de almacenamiento que sean necesarias. En definitiva, tenemos que abordar unas inversiones cuantiosísimas simplemente para achatarrar unas centrales nucleares que todavía tienen muchos años de vida operativa por delante. En términos económicos, esto no es otra cosa que un disparate y con varios agravantes adicionales, en la medida en que la ampliación del parque renovable depende, sobre todo, de equipos producidos fuera de la UE. En términos de producción nacional o comunitaria no hemos podido aprovechar la oportunidad industrial, salvo en algunos casos concretos, y no es muy probable que seamos capaces de hacerlo en el futuro, salvo que nos engañemos pensando que ensamblar es lo mismo que fabricar.
Suele decirse que el sol y el viento son gratis y que aquí tenemos esas fuentes de energía primaria. Mirado así, la verdad es que el petróleo, el carbón y el gas natural también son gratis. ¿Acaso alguien ha tenido que pagar algo para producirlos? Está claro que no es así, sino que pagamos por los medios que se emplean para hacerlos disponibles como fuentes de energía, no por ninguna otra cosa. Exactamente igual que tenemos que pagar por los equipos y complementos que permiten convertir esas energías renovables en electricidad utilizable. Nada es gratis.
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